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21 de Julio de 2017
Por:
Asbel López, París

Emmanuel Macron quiere elevar a su esposa, la estilizada y elegante Brigitte Trogneux, 24 años mayor que él, al estatus de primera dama, cargo que oficialmente no existe en Francia. Adiós al sueño americano. Ha llegado la hora del sueño francés. 

Los Macron, pasión a la francesa

A comienzos de mayo, los electores hicieron entrar al Palacio del Elíseo a un político de 39 años que nunca había sido elegido a un cargo público y que comparte su vida con una exprofesora de secundaria de 64 años. Desde entonces cada uno por separado, y ambos en pareja, ejercen una gran fascinación.

 

Macron es el presidente más joven de la historia de Francia. Hay que remontar hasta Napoleón para encontrar a un dirigente igual de precoz. Su reciente debut diplomático con Erdogan, Trump y Putin ha confirmado el enorme talento político del exministro de Economía de Hollande. La primera dama, “Bibi”, podría convertirse en la versión francesa de “Jackie”. Es bonita, elegante y sexy, como la esposa de Kennedy. En agosto pasado, el semanario Paris Match publicó en portada una foto de ella en vestido de baño en la playa con Macron.

 

La gran diferencia con la legendaria exprimera dama estadounidense radica en que esta exprofesora de francés y latín es 24 años mayor que el presidente. Esta diferencia de edad ha sido el tema de numerosos chistes de mal gusto. Haciendo eco a las grandes expectativas en torno al nuevo presidente, el semanario satírico Charlie Hebdo publicó en portada un dibujo de Brigitte Macron embarazada con la siguiente leyenda: “El presidente hará milagros”.

 

Entre los Trump, la diferencia también es de 24 años pero en el sentido inverso. Este tipo de relación en la que el hombre es mucho mayor que la mujer no causa escándalo en un mundo marcado por la dominación masculina. Los Trump confirman la idea machista de que el poder y el dinero son las principales armas para imponerse en la lucha universal por el éxito. El “amor” de una mujer, o al menos su compañía, vienen luego por añadidura.

 

Amor sin fronteras

Los Macron sugieren, en cambio, que en el combate feroz por el poder también hay cabida para los sentimientos sinceros nacidos en la adolescencia. Por ejemplo, entre un estudiante de 15 años y una profesora de 40. Ambos han sido fieles al romance que causó escándalo a comienzos de los noventa en Amiens. Hay que imaginar la sorpresa del rector del colegio cuando cruzó por el parque de esa ciudad de provincia y vio a su profesora de latín en brazos de uno de sus estudiantes.

 

Ella, hija de un conocido chocolatero de la ciudad, estaba casada con un banquero y tenía tres hijos. Desafiando el qué dirán, Brigitte abandonó esa cómoda situación y se casó con Macron 14 años después del primer encuentro que tuvieron en un taller de teatro. Lo intrigante para los seres incrédulos en que nos hemos convertido, es la posibilidad de que esta historia confirme aquello en lo que la mayoría queremos creer: el amor sí puede ser más fuerte que la vejez, las normas sociales, la lucha política y las tentaciones que acechan el camino de los seres talentosos, brillantes y apuestos que alcanzan la notoriedad.

 

De ahí los aplausos de numerosas mujeres al paso de Brigitte Macron en las manifestaciones durante la campaña. La primera dama francesa tiene numerosas seguidoras. Una popularidad que también aprovecha políticamente, por supuesto, el presidente.

 

Tiene que ser gay

Muchos franceses se frotan los ojos ante la historia de este hombre que se casa con su profesora y se hace elegir presidente. Muchos sospechan que se trata de una relación de fachada y que Macron, en realidad, es gay. Ese rumor corrió durante la campaña. Incluso se reveló la identidad del presunto compañero sentimental del candidato centrista con nombre y apellido. Macron los desmintió con humor delante de centenares de simpatizantes a comienzos de febrero. Pero también lanzó duras críticas a esas insinuaciones. “Hay dos aspectos odiosos en el sobrentendido de que yo tengo necesariamente que ser gay”, dijo en una entrevista a la revista Têtu. “La primera es suponer que la única posibilidad para que un hombre viva con una mujer mayor es que quiera ocultar que es un homosexual o un gigolo. Aquí hay un machismo implícito. Pero también es homofobia porque es pensar que si yo fuera homosexual, no lo diría. Pero hoy no hay ningún problema en decir que uno es homosexual. Si yo lo fuera, lo diría abiertamente”, agregó.

 

El huracán de la renovación

El fenómeno de los Macron, madame y monsieur, forma parte del torbellino de renovación política que sopla en Francia. Este incluye a un exministro socialista que se hace elegir presidente presentándose como centrista y nombra un primer ministro de derecha. Esta jugada maestra ha puesto en serias dificultades a los partidos tradicionales. En esta nueva era, el presidente no solo se siente orgulloso de compartir su vida con una mujer casi un cuarto de siglo mayor que él, sino que ha prometido expedir una ley para darle un estatuto oficial.

 

En Francia no hay ninguna ley para enmarcar el papel de la compañera del jefe de Estado. No se precisa si puede gozar de un presupuesto y disponer de un despacho, por ejemplo. Macron ha calificado esta negación institucional de la primera dama como una “forma de hipocresía”.

 

Por el momento, sin embargo, no se ha presentado ningún proyecto de ley al respecto. Lo que sí se ha anunciado es que Brigitte Macron se ha instalado en los aposentos que habitualmente ocupan las compañeras de los presidentes franceses en el primer piso del Palacio del Elíseo. También se ha revelado el nombre de su jefe de gabinete y el tipo de misiones a las cuales piensa dedicarse. Estas podrían estar ligadas a los minusválidos, en particular el autismo.

 

Los Macron podrían acercar de este modo a Francia del papel que desempeña la First Lady en Estados Unidos, y marcar de este modo un giro en las costumbres de los mandatarios franceses. La mayor huella que muy probablemente dejará Brigitte Macron es la sencillez con la que ella y el presidente asumen la relación fuera de lo normal, pero también fuera de la norma que los liga desde que el presidente tenía 15 años.

 

 

*Publicado en la edición impresa de junio de 2017.