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19 de Abril de 2017
Por:
Redacción Credencial

Albert Einstein, la imagen misma de la genialidad a la que le robaron su cerebro, falleció un día como hoy hace 62 años.

El cerebro robado de Einstein

Un “médico loco”, así fue llamado el patólogo Thomas Harvey, encargado de realizar la autopsia de Albert Einstein. El hombre, que para 1955 trabajaba en el Hospital de Princeton en Nueva Jersey , Estados Unidos, robó el cerebro del científico más popular del siglo XX.

 

El 18 de abril de 1955 Harvey llegó a su turno habitual de las 8:00 a.m. Se encontró en la sala de autopsias con el cadáver de Albert Einstein y no pudo resistirse. Después de terminar la autopsia, como si un niño robara un dulce, Harvey tomó el tan aclamado cerebro del físico alemán, lo metió en un frasco de vidrio y se lo llevó a su casa. Envió algunas muestras a diferentes laboratorios y luego ocultó la evidencia. Empezó a decir que él no lo tenía.

 

El cerebro, que nunca regresó al cráneo de Einstein, reposó en la sala de Harvey hasta que el periodista Michael Paerniti decidió investigar su paradero. Paterniti había escuchado la leyenda urbana del cerebro perdido de Eisntein y empezó a recolectar pistas que lo llevaran al “médico loco”. Thomas Harvey tenía 40 años cuando se robó el cerebro. Paternini lo descubrió 44 años después.

 

Años antes, Harvey había enviado algunos cortes no muy reveladores a diferentes neurólogos en todo el mundo. Una manera de mitigar la presión por la investigación que tendría que haber adelantado. Todos los científicos del mundo querían saber qué había detrás de la genialidad de Einstein y tal vez, la única manera de descubrirlo era con el estudio de su cerebro. Pero aunque tomó fotos y usó sus conocimientos para preservarlo, Thomas Harvey nunca publicó ninguna investigación al respecto.  

 

Paterniti y Harvey se embarcaron en un viaje a través de Estados Unidos en busca de la hija de Einstein con el cerebro de su padre en una maleta. El viaje, con pausas y silencios largos, con tensos momentos entre periodista y patólogo, fue relatado por Paterniti en su libro Driving Mr. Albert.

 

El cerebro nunca ha logrado ser analizado completo. En cambio, láminas de las muestras del cerebro del Nobel de Física de 1921 ahora están regadas por el mundo, en diferentes laboratorios, exposiciones y museos. Por lo menos, la genialidad de Albert Einstein está ahora, como la de Dios, en todas partes.