30 de Enero de 2015
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No es amor, es solo París lleva al lector a la ciudad mágica, a la romántica, a la nostálgica, a la real, a la vieja... a la que cada quien quiera entender y leer de la mano de Lita, su protagonista. Su autora es una de las invitadas al Hay festival de Cartagena. 

Por Ana Catalina Baldrich

En entrevista Patricia Engel

Patricia Engel
No es amor, es solo París
Grijalbo

234 páginas

 

 

El título del libro es una frase de uno de los personajes. ¿Realmente cree que la magia o el cliché pueden nublar la razón de quienes llegan a París?
Pienso que en donde quiera que sea, no solo en París, una persona se puede enamorar de la idea del amor o de la fantasía que representa otra persona que entra en su vida para su futuro. Claro que el ambiente romántico de París puede ayudar a construir esa ilusión. La razón tiene poco que ver con el amor en su concepción, y a veces es la misma razón la que mata el amor de manera prematura.
La razón de la enfermedad de Cato es un episodio de la historia que aparentemente la sociedad quiere esconder bajo la alfombra. ¿Por qué escogió esta causa?
No fue algo que me costó inventar porque la verdad es que tengo varias amistades francesas que fueron afectadas por los vientos de Chernobyl en sus infancias. El hecho de que Cato sufre a causa de esto no está fuera de lo posible para alguien de su generación. Y la sociedad, como lo hace también con otras injusticias, evita confrontar su lado oscuro.
Lita personifica los temores, esperanzas y comportamientos naturales de una hija de inmigrantes. ¿Cuánto identifica su vida con la de ella?
Hay ciertos sentimientos que son experimentados por todos los hijos de inmigrantes, como lo soy yo, pero como artista mi vida es la de mi protagonista mientras la estoy creando, y cuando termino de escribir su historia, la dejo. La gente a veces se enfoca en lo obvio que tengo en común con mis personajes, pero la verdad es que tengo que ser cada uno de mis personajes. Es decir, me tengo que identificar con todos al mismo tiempo, o no soy ninguno. Todos nacieron de mí. Pero al fin, todo es ficción.
Pese al gran amor de Lita por su familia, ella no deja de sentirse “amarrada”, tal vez “prisionera”. ¿Por qué decidió como escritora que regresara y dejara de lado esa vida que quería vivir?
Yo quería escribir una historia de amor que fuera sincera y también realista. Pienso que la idea de que si un amor llega a un final es un fracaso, es una manera muy limitada de mirar la vida. El amor continúa aunque las vidas de los dos que se aman se separen. También me quedó claro que tanto Lita como Cato tenían vidas, responsabilidades y presiones que no les permitían llegar a otro destino sino a ese con el que terminé el libro.
Pese a ser una historia de amor, ambientada en París, la novela no tiene ese final “rosa”. ¿Tiene alguno alternativo?
No, ese fue el único final que me imaginé desde el principio hasta que escribí la última palabra.
¿Cómo son las verdaderas chicas de la rue du Bac?
Son docenas y docenas, y viven en todas partes del mundo. Todas son muy distintas, pero en el fondo todas están llenas de pasión, de creatividad y de alegría. Y es por eso que la verdadera casa en la rue du Bac era un lugar tan especial.

 

José Saramago
Alabardas

Alfaguara
146 páginas

La novela inacabada del gran escritor José Saramago habla de la guerra a través de la historia de un empleado de una industria de armas. Pese a que son solo unas páginas, las mismas que según las anotaciones del escritor comenzaron a darle forma a sus ideas, el lector alcanzará a reír, a pensar, a cuestionar, y al final, para evitar el lamento por no conocer el final que le abría dado el portugués, deberá arriesgarse a continuar en su mente el relato inconcluso.

 

 

Andrés Neuman

El fin de la lectura

Laguna Libros
189 páginas

Este libro contiene veinticinco cuentos y microrrelatos de Andrés Neuman, ganador del Premio Alfaguara en 2009, que giran en torno a temas como el amor, la familia, la muerte y la culpa, y que con el paso de las páginas entregan finales y comienzos que permiten contradecir su título y no cumplir con aquel fin de la lectura.