Chick Corea es sinónimo de versatilidad y eclecticismo. Un músico que desde los inicios de su carrera, a mediados de los años sesenta, apostó por romper esquemas y modelos tradicionales del jazz. Gracias a su visión hoy es posible vivir en plenitud estilos como el jazz fusion, el free jazz y el jazz rock. Y al respecto, el género le debe mucho a uno de sus hijos más talentosos. Criado en Boston, ciudad que lo vio nacer en 1941, su viaje hacia la búsqueda de los sonidos que inmortalizaron a Duke Ellington, Miles Davis, Dizzy Gillespie, Horace Silver y Charlie Parker, comenzó en su casa. Su padre apoyó que el joven Armando Anthony Corea estudiara piano desde los 4 años. Pronto demostró tener un talento innato que le permitía recordar e interpretar grandes obras para piano de Mozart y Beethoven. “Mi padre no solo me alentó a estudiar música, él me enseñó a tocar el piano, a leer música y todo lo que él conocía de estándares musicales, tonos, melodías. Gracias a él me aproximé a la música de una manera muy emocional”, le diría al diario El País de España el año pasado.
No es un secreto que la mayoría de grandes músicos crecieron en ambientes favorables para su desarrollo. Para Corea no solo fue fundamental el apoyo de su casa, el contacto con todo tipo de música abrió su mente, especialmente la latina, y eso lo pudo plasmar en sus años de estudiante en la escuela Juilliard de Nueva York, la misma por donde pasaron Wynton Marsalis, Miles Davis, Michel Camilo, entre otros célebres músicos. Justamente el Latin Jazz conquistaría los oídos del joven Corea a tal punto que su talento en el piano no era ajeno al círculo selecto del jazz neoyorquino. La primera gran presentación de Chick Corea tuvo lugar con la orquesta de Cab Calloway a principios de los años sesenta. Su talento llamó la atención de otros grandes del género, como Mongo Santamaría y Herbie Mann, con quienes tuvo importantes actuaciones y acercamientos a la música de Cuba y Brasil.

Pero Chick Corea enfrentaba un reto en aquellos años y era estar expuesto a un eclecticismo sonoro que le impedía encontrar su propio rumbo. Y al igual que le pasó al bandoneonista argentino Astor Piazzolla cuando viajó a París, a mediados de los cincuenta, para encontrar esa voz interior con las lecciones impartidas por Nadia Boulanger, Corea estaba a punto de descifrar ese camino mucho antes de lo imaginado. Su primer intento se dio con su disco debut en 1966, Tones For Joan’s Bones, álbum encasillado en el estilo del hard bop, producido por Herbie Mann y descrito por el crítico Jim Todd como un “torrente de armonía, melodía e imaginación”. Tan solo pasaron dos años para que Corea alterara el statu quo del jazz con un disco fundamental para el free jazz. Now He Sings, Now He Sobs no solo es una de las más importantes obras jamás escritas para trío. Es el reflejo de la voz interior que encontró el pianista a través de un lenguaje novedoso para aquella época en la que el jazz dejaba de ser acústico para volverse eléctrico.

Esa libertad creativa que demostró en su obra para piano del año 1968, le permitió a Chick Corea ser tomado en cuenta un año más tarde por uno de sus mayores referentes, Miles Davis. El trompetista lo invitó a reemplazar a Herbie Hancock para las sesiones de grabación del disco Bitches Brew. Una constelación de estrellas del jazz como Wayne Shorter, John McLaughlin, Dave Holland, Joe Zawinul y Lenny White, dieron forma a uno de los trabajos más importantes de la historia del jazz. Si bien Davis no fue el primer músico en acercar el jazz al rock, este disco fue determinante para la carrera de Chick Corea pues a partir de la década del setenta y con los amplios horizontes que brindaba el piano Fender Rhodes para el jazz, una nueva historia estaba a punto de ser escrita con las bandas Circle (1969-1971) y Return to Forever (1972-1978). En cuanto a Bitches Brew, es considerado por los especialistas en jazz como el disco que cambió la naturaleza de la improvisación en la música del siglo XX, por medio de una ruptura con estándares de los años cincuenta y sesenta. Por primera vez un genio de la música como lo fue Davis puso a su servicio a otros 12 virtuosos que compartían su idea de lo que la música libre debía ser. Años más tarde, Frank Zappa copiaría ese modelo en trabajos como Uncle Meat de 1970 Over-Nite Sensation del 73. En Inglaterra, bandas como Soft Machine y National Health adaptarían la visión de Davis y Corea para evolucionar del rock al jazz, dejando de un lado al naciente rock progresivo.

En una entrevista que el pianista Chick Corea le dio a la revista Digital Interviews, describe el periodo de Return to Forever como el momento en el que la fe se transformó en música. “Estábamos en un espacio creativo donde creíamos en todo lo que planteábamos. Queríamos inventar nuevas estructuras que se salieran del modelo de los tonos preconcebidos en el jazz”. Y justamente ese es el reflejo de su música a lo largo de más de 40 años de carrera en los cuales ha transitado y creado nuevas vertientes para el jazz, bajo una libertad creativa independiente. No solo el jazz le debe mucho, el rock, la música clásica, el latin jazz, la bossa nova, la música española y la música de cámara se han nutrido de su visión y sabiduría. Bogotá será testigo privilegiada de un derroche de talento con su banda The Vigil, la versión del espíritu libre y la improvisación bajo los cánones de nuestro tiempo. Carlos Del Puerto en el contrabajo, Marcus Gilmore en la batería (nieto de Roy Haynes), Tim Garland en el saxo, Luisito Quintero en la percusión y Charles Altura en la guitarra, serán los guardianes vigilantes que harán levitar, una vez más, a los bogotanos.

Discografía recomendada

Inner Space (1972)
Romantic Warrior (1976)
The Mad Hatter (1978)
Corea Hancock (1979)
Duet (W/ Gary Burton, 1979)
The Chick Corea Elektric Band (1986)
The Vigil (2013)