Foto, Santiago Muñoz, Cortesía Penguin Random House
8 de Septiembre de 2014
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“Los sesenta. Una revolución en la cultura” revisa por todos los flancos una época que marcó la historia de la humanidad como pocas. Una obra que pasea al lector entre cultura, economía, política, religión y rock, para explicarle de una manera completa y clara esta década.

 

En entrevista: Álvaro Tirado Mejía

Álvaro Tirado Mejía
Los años sesenta
Debate. 395 páginas
En su libro afirma que los sesenta fue la década más interesante del siglo XX. ¿Qué la hace tan especial?

En esta década cambiaron las costumbres. Cambió el modo de pensar, los hábitos, el vestido, se dio una visión diferente de la vida sexual, la medicina avanzó de una forma impresionante con los trasplantes y el universo para el hombre se redujo con la conquista del espacio. Precisamente este trabajo se centra en eso; pese a que hay política, no es una historia política en el sentido tradicional. Le pongo un ejemplo, es muy probable que el 99 por ciento de los colombianos no sepan quiénes eran los grandes ministros de Alberto Lleras en ese momento, sin embargo, cualquier persona ahora, aunque no se dé cuenta, está viviendo los sesenta en cuanto al peinado, en cuanto al modo de vestir, en cuanto a la manera de relacionarse, y es en ese sentido donde yo creo que el efecto de los sesenta es profundo.

La generación de los sesenta fue la primera que nació y se crió con la televisión. ¿Qué similitudes podría tener la generación actual que es la primera en nacer y crecer con un sinnúmero de avances tecnológicos?
En los sesenta eso influyó en todo como relato en el libro, por ejemplo tuvo un efecto impresionante en la actitud de la población de Estados Unidos contra la Guerra de Vietnam, en la medida en que se veían casi las batallas en directo y el regreso de los ataúdes. Ahora, yo diría que es una tercera generación que va muchísimo más allá y que posiblemente a principios de los sesenta ni siquiera la soñamos.

¿Por qué cree que el debate sobre la legalización del aborto no consiguió inundar los medios tan marcadamente como en su momento lo hizo el control de natalidad?
En los sesenta realmente es cuando se generaliza el consumo de los métodos anticonceptivos, de la píldora, que está mucho más al alcance. Es que fue una revolución impresionante, sexual, si eso se une a que, por ejemplo, la población universitaria creció muchísimo en todo el mundo y al mismo tiempo por primera vez masivamente las mujeres fueron a la educación superior y había la píldora, pues, eso modifica las circunstancias sexuales. Además, el consumo de la píldora es un método mucho más accesible, mientras que el aborto deja algún tipo de secuelas y por eso no es el mismo efecto social. Por supuesto, en ese caso la oposición vino sobre todo de los sectores religiosos como es actualmente; sin embargo, por lo menos en el caso de los católicos, a pesar de las posiciones de los jerarcas, la inmensa mayoría acude a métodos anticonceptivos sin que eso le cree un problema de conciencia.
 

La forma de “electrizar” las guitarras llama la atención, ¿conoce de primera mano alguna anécdota al respecto?
Precisamente ese es el sentido del libro, en estos asuntos que eran internacionales ver cómo se estaban viviendo en Colombia. Si el libro tiene algún interés, creo que es ese. Hay cantidades de libros sobre mayo del 68, sobre el movimiento de derechos civiles en Estados Unidos, pero muy pocos adaptados a lo que pasaba en un país del Tercer Mundo. Ahora, ese es un ejemplo muy simpático, es cómo una innovación en momentos en los que había un control de importaciones sumamente grande –solamente gente muy rica podía traer guitarras eléctricas– aquí se idearon para tener ese remedo. Yo no lo vi directamente, pero sí supe que se utilizaba el robarse los micrófonos de los teléfonos públicos y adaptarlos a las guitarras.

¿Hay alguna semejanza entre el movimiento estudiantil actual con el de los sesenta?
No, es totalmente diferente. Yo cito en el libro un texto de Vargas Llosa muy interesante a propósito de Sartre y de las discusiones que había con los otros filósofos, y a pesar de que él no es sartriano, dice yo añoro esa época en un sentido, por lo menos había ideales. Había ideales, se quería cambiar la sociedad, había sentido de lo público, había el sentido de que incluso de ser necesario había que sacrificarse, eso infortunadamente se ha ido perdiendo en esta sociedad. La actual es una sociedad mucho más pragmática en todos los sectores, pero refiriéndonos al estudiantil se estudia para ganar plata y nada más. Gran parte del problema de este país, sobre todo en el sector público, es que no se inculca que se está al servicio del Estado para servir y no para enriquecerse.

¿Cuál es para usted esa nueva tabla de valores que esta sociedad heredó de los sesenta?
Los beneficiarios han sido los jóvenes, es una sociedad más abierta. Nosotros vivíamos en una sociedad atemorizada por el pecado, entonces era un temor a la sexualidad tremendo. Creo que ahora hay más conciencia en el sentido de ir disminuyendo las discriminaciones, por ejemplo por la raza, mire cómo las poblaciones negras e indígenas empiezan a tenerse cada vez más en cuenta; también el sentido de la ecología, hay que salvar la naturaleza. Es una sociedad más descomplicada. Creo que esta sociedad es, con todos sus problemas, mucho más amable y libre que la sociedad anterior a la de los años sesenta.
 

Hollis Seamon
Alguien allá arriba te odia

Seix Barral. 229 páginas
Richard Casey es un adolescente como cualquier otro, aunque su condición es algo especial: su vivienda es el tercer piso de un hospital en Hudson, donde habitan quienes están próximos a morir. Sin embargo, esta novela de Hollis Seamon, pese a girar en torno a la espera de la muerte no duele. Por el contrario, imparte esperanza, roba varias sonrisas y, al final, solo demuestra eso de que la vida es para vivirla aun cuando el tiempo se está agotando.

 

Laura Esquivel
A lupita le gusta planchar

Suma de letras. 198 páginas
A Lupita le gustaba, además de tejer y bordar, lavar, preguntar, sembrar, correr, observar el cielo, deducir y proteger, y entre gusto y gusto, la autora de Como agua para chocolate, cuenta la historia de una mujer alcohólica y con un dolor profundo que se ve involucrada en un asesinato. Un personaje que, al final, en una visión espiritual, encuentra las respuestas para conseguir esa sanación y esa paz que anhela para sí misma y para su país.