5 de Agosto de 2014
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Una novela de frases cortas, directas, contundentes, que narra los días de un santandereano que vive en Barcelona lidiando con el deseo de su pareja de tener hijos. Un colombiano que regresa a su tierra tras 20 años para descubrir que el tiempo no borra lo que siempre se fue.

En entrevista, Luis Noriega

Luis Noriega
Mediocristán es un país tranquilo
Literatura Random House. 167 páginas.

1. Fuera de la novela, en ubicación geográfica, ¿en dónde quedaría Mediocristán?
En ningún lugar. O en cualquiera. El término Mediocristán tiene originalmente un significado estadístico. Mediocristán es el mundo descrito por las curvas de distribución normal, el mundo de lo probable, lo regular, lo predecible. En ese sentido técnico, Mediocristán está en todas partes. Sin embargo, en la novela, Mediocristán tiene también un significado anímico porque es la mirada del narrador la que crea ese territorio, un territorio que él ha descubierto en Barcelona, pero cuyas coordenadas no son geográficas sino vitales. El que decide si esa mirada dice algo sobre el mundo fuera de la novela es el lector.
2. ¿Cree que en algún momento de la vida, o incluso en la vida entera, el ser humano habita en Mediocristán sin ser consciente de ello? ¿Por qué?
Para el narrador es indudable que sí. Está convencido de que la diferencia entre él y quienes lo rodean es que ellos no saben que viven en Mediocristán. Todos queremos una vida con sentido, un propósito, pero él piensa que esa búsqueda no es más que vanidad, ilusión y autoengaño. Y cree que una de las formas más grandes de ese autoengaño es la paternidad. Ese es uno de los hilos conductores de la novela. Ve a sus amigos convertirse en padres, ve a su propio padre volver a ser padre, pero en lugar de pensar que las personas solo quieren vivir su vida y que es él quien tiene un problema con el sentido, encuentra en eso la justificación para atrincherarse más y más en su desapego.
3. ¿La “fobia” del protagonista hacia la paternidad es solo una característica del personaje, o el autor comparte algunos pensamientos al respecto?
Me gusta que hable de “fobia” porque aunque el narrador pretende presentar su negativa a ser padre como una decisión, esa supuesta decisión está hecha básicamente de miedo. Mediocristán es, en parte, una novela sobre ese miedo. Ahora bien, en la cuestión de la paternidad, el narrador y el autor no podríamos estar más alejados. Él no quiere tener hijos a toda costa; yo, en cambio, tengo dos, una niña de seis años y un bebé de diez meses: a sus ojos debo ser un reincidente. Además, siendo el padre que trabaja en casa, estoy con el bebé para arriba y para abajo hasta que mi esposa regresa, y entonces ya es hora de ir a recoger a la niña al colegio, todo lo cual, incluida cualquier cosa que pueda decir sobre la felicidad derivada de la crianza, me convierte en el blanco perfecto para muchos de sus sarcasmos.
4. Frases cortas, directas y contundentes. ¿Alguna razón para elegir este tipo de narración frente a otros?
Supongo que aquí vale el tópico de que cada historia impone su propio estilo. En Mediocristán se trataba de dar con una voz adecuada a lo que esa voz quería decir, y creo que el estilo directo y libre de adornos del narrador coincide con la visión descarnada que nos propone. No obstante, el suyo es también un estilo sentencioso, lo que, me temo, es un indicio de que se toma más en serio de lo que quiere hacernos creer. Eso es visible en la forma en que utiliza el humor. Donde mueren los payasos, mi novela anterior, también tenía muchos pasajes sentenciosos, pero allí la gravedad era impostada, de guasa, y el humor en general era desenfadado, en Mediocristán, en cambio, incluso las ironías están teñidas de cierta desazón, pues el narrador entiende que el hecho de que pueda reírse de su realidad no la hace menos real.
5. ¿Cuánto cree que puede afectar a un hombre “hecho y derecho” el dejar de ser el único?
Más allá de los asuntos legales, no mucho, creo. De hecho, pienso que el narrador aprovecha esa circunstancia para ocultar que lo que de verdad le afecta es la perspectiva del regreso, que es otro de los temas centrales de la novela. Después de muchos años fuera, primero en Bogotá y luego en Barcelona, vuelve a Bucaramanga, su ciudad natal, pero ese viaje no es solo espacial sino también temporal, regresar es volver al pasado, a lo que él era antes de instalarse en Mediocristán y, por supuesto, al deseo inútil de reescribir ese pasado. El dejar de ser hijo único no modifica su perspectiva. El Pasado, dice en algún momento, es el país del que nunca te has ido.
6. ¿Qué tan fácil es abandonar Mediocristán?
En la novela abandonar Mediocristán es imposible. El narrador conoce la tentación de abandonar Mediocristán, y encuentra en las drogas y la ficción un camino fácil para pasar un buen rato en otro mundo, pero más allá de eso está convencido de que los esfuerzos por abandonar Mediocristán solo conducen a lo que denomina un cambio de barrio. Con todo, la pregunta en última instancia es si ese es el objetivo. Desde este punto de vista creo que Mediocristán es una novela de aprendizaje, una novela sobre lo que pasa cuando descubrimos que, como dice el narrador, nuestras cómodas certezas son cómodas pero no certezas.

Andrés Pachón
Alias

Grijalbo. 466 páginas
Después de años de investigación, el periodista Andrés Pachón logró que el propio Juan Carlos Guzmán Betancur, el estafador colombiano más buscado en el mundo, le entregara su testimonio sobre sus ingeniosos métodos para engañar, cambiar de identidad, dominar varios idiomas.

 

 

Rafael Dezcallar
Seda Negra

Ediciones Destino. 395 páginas
La nueva novela del español Rafael Dezcallar viaja desde una lujosa tienda en Bruselas, donde tiene lugar el robo de una alfombra y el asesinato del anticuario que se negó a venderla, hasta la capital de Azerbaiyán, donde se suman compañías petroleras y potencias mundiales.