Minería, Industria y Agricultura en altorrelieve de la fachada de la Bolsa de Bogotá
Octubre de 2016
Por :
Carlos Caballero Argáez

UNA INSTITUCIÓN DEL SIGLO XX, LA BOLSA DE BOGOTÁ

Antecedente de la Bolsa de Valores de Colombia 

La existencia de la Bolsa de Bogotá fue fundamental para promover la capitalización y la expansión de las empresas privadas en los años treinta y cuarenta del siglo XX, décadas que, en conjunto, fueron de crecimiento económico y empuje industrial. De hecho la economía colombiana fue una de las de mayor auge en la América Latina durante este período. Muchos elementos explicaron esta evolución: hubo una importante expansión de la demanda interna de bienes y servicios, y la política económica que se siguió sirvió para que se crearan las condiciones para el desarrollo industrial. Hasta finales de los años cuarenta la financiación empresarial no parece haber constituido restricción importante para la expansión industrial, tal como lo muestran las cifras que describen el comportamiento bancario entre 1940 y 1950, lo mismo que aquellas sobre expansión y movimiento de acciones en la Bolsa de Bogotá.

A lo largo de estos primeros años de existencia de la Bolsa de Bogotá la financiación de las empresas tuvo como eje la emisión de acciones y su colocación a través de aquélla. El esquema institucional y las reglas de juego diseñadas en 1923 al organizarse el Banco de la República así lo determinaban. Fue lo que se conoció como la ortodoxia Kemmeriana. Como no se permitía "que los bancos prestaran a plazos mayores de noventa días, era arriesgado fundamentar la expansión de las sociedades en la posibilidad de realizar inversión con recurso de crédito a corto plazo, pues esa acción significaría entregar el control de las empresas a los bancos". Esta situación cambió, sin embargo, al introducirse la reforma financiera de 1951 y darse vida al crédito de fomento, es decir, al autorizarse al Banco de la República para abrir cupos de crédito con el fin de redescontar operaciones realizadas por los bancos comerciales para financiar determinadas actividades económicas.

La evolución de la política financiera estatal, la de la misma economía en sus aspectos macroeconómicos fundamentales, el desarrollo del sistema financiero, la conformación de los grupos empresariales y la evolución general del país con sus fenómenos de narcotráfico y violencia, asestaron, a partir de los años setenta, un fuerte golpe al mercado accionario y mermaron el dinamismo de la Bolsa de Bogotá (y de la Bolsa de Medellín, que se fundó a inicios de la década de los cincuenta, y de la Bolsa de Occidente, que se organizó en los setenta) en su función de canalizar ahorro del público hacia la inversión.

Pero el hecho de que la Bolsa de Bogotá hubiera perdido su función primigenia de transar acciones no afectó su devenir institucional. Sus directivos y administradores se dedicaron desde finales de los años setenta a la tarea de diseñar operaciones en las cuales la Bolsa pudiera servir de centro de transacciones, uniendo ahorradores y demandantes de recurso, rebajando costos y generando confianza entre los inversionistas.  Con el paso de los años fue haciéndose imperativo lograr la interconexión entre las tres bolsas y la integración de los tres mercados en uno solo, de carácter nacional. Los avances de la tecnología, y en particular de las comunicaciones, hacían posible esa integración de los mercados bursátiles. Ese propósito se consiguió en el 2001 cuando las tres bolsas colombianas se pusieron de acuerdo en la creación de la Bolsa de Valores de Colombia, entidad que viene funcionando desde julio de 2001. La nueva Bolsa tendrá como tareas llegar a más inversionistas en todo el país, en una forma más eficiente, y servir de apoyo al desarrollo financiero y económico de Colombia en el siglo XXI.

Los años veinte del siglo XX fueron especialmente fecundos en el proceso de organización institucional con el fin de impulsar un desarrollo económico de corte capitalista en el país. Este no fue un hecho fortuito. Al concluir la guerra de los Mil Días, en los inicios del siglo, existieron condiciones propicias para la acumulación privada de capital; quedó en firme el ordenamiento constitucional de 1886, lo cual condujo al fortalecimiento del gobierno central, a la vigencia de la ley y del orden público, y a que se reafirmaran y garantizaran los derechos sobre la propiedad privada.

Instalaciones de la Bolsa de Bogotá. Fotografía de Ernesto Monsalve, 1993

 

En la primera década del siglo XX se crearon empresas industriales en diferentes regiones del país, algunas de las cuales superaron exitosamente el siglo y sobreviven en la actualidad. De esta manera se fue configurando un proceso de desarrollo "hacia afuera", merced a las exportaciones cafeteras, que se complementó con un notorio incremento del mercado doméstico. Estos avances, sin embargo, tropezaban con la inexistencia de un sistema financiero que suministrara el crédito requerido por la expansión económica y el medio circulante necesario para el buen desenvolvimiento de la actividad productiva.

En la medida en que la pugna política cedía y la actividad económica se incrementaba era imperativo crear nuevas instituciones y diseñar mecanismos financieros para impulsar el crecimiento de la economía. A principios de los veinte comenzaron a establecerse en el país sucursales de la banca extranjera. Entre 1917 y 1922 se presentaron al Congreso Nacional ocho proyectos de ley con esquemas diferentes de organización bancaria y en 1923, con la expedición de las leyes 25 y 45, se crearon el Banco de la República y la Superintendencia Bancaria y se promulgó una ley bancaria que habría de perdurar en su concepción básica hasta 1990. Estas leyes configuraron institucionalmente el sistema financiero colombiano e integraron las actividades financieras mediante el enlace de la banca comercial y del Banco de la República.

El auge económico y la estabilidad política crearon las condiciones para organizar una bolsa de valores que sirviera de vehículo para la transacción de nuevos papeles financieros y contribuyera de esta forma a la capitalización de las empresas manufactureras que se habían creado en el país en las primeras décadas del siglo. La idea de fundar una bolsa de valores en el país había surgido en Medellín a principios del siglo y, de hecho, se había intentado primero en esa ciudad en 1901 y, posteriormente, en Bogotá en 1903, sin alcanzar éxito. Los desarrollos de los años veinte aseguraban, en 1928, mayores posibilidades de supervivencia.

Fue así como, a mediados de 1928, se organizó una junta promotora de la Bolsa de Bogotá, conformada por un grupo de empresarios y dirigentes tanto colombianos como extranjeros, para establecer las bases jurídicas y operativas que permitieran la creación de la Bolsa. Jorge Soto del Corral, eminente jurista y posteriormente ministro de Hacienda en la primera administración de Alfonso López Pumarejo, fue el encargado de redactar los estatutos de la nueva entidad y el 23 de noviembre de 1928 se firmó la escritura pública 1702 de la Notaría Tercera de Bogotá mediante la cual se constituyó la sociedad anónima Bolsa de Bogotá. El 6 de mayo de 1929 se eligió el primer consejo directivo de la sociedad, integrado por los señores Alberto Serna, Carlos A. Dávila, Jorge Soto del Corral, Gregorio Armenia, Roberto Michelsen, Arthur Shuler y Walter Krische, como principales, y Luis Londoño, José Jaime Salazar, Vicente A. Vargas, Daniel Merizalde, Luis Escobar Arocha, Giovanni Serventu y Benjamín Moreno, como suplentes. Presidente del Consejo fue elegido el doctor Alberto Serna, importante hombre de empresas vinculado con el sector cementero, bancario y de seguros de Bogotá.

En marzo de 1929 se adjudicaron diecisiete puestos a los corredores o agentes que se encargarían de la transacción de los títulos, en una reunión presidida por el entonces superintendente bancario Gonzalo Córdoba, y en abril se inscribieron las acciones de veinticinco sociedades mercantiles, bancos, empresas de servicios financieros y empresas manufactureras, comerciales y de servicios. Entre estas empresas vale la pena mencionar al Banco de Bogotá, Banco de Colombia, Banco Alemán Antioqueño (posteriormente Banco Comercial Antioqueño y en la actualidad Banco Santander), Cine Colombia, Compañía Colombiana de Tabaco, Compañía Colombiana de Seguros, Empresas Unidas de Energía Eléctrica, Scadta y la Unión Colombiana de Petróleos.

La primera rueda de la Bolsa de Bogotá se realizó el 2 de abril de 1929 a las 3:00 pm. en un local en la carrera octava --muy cerca de la actual sede de la institución-- que fue el primero de los cuatro domicilios que tuvo la entidad en sus 73 años de existencia. A la inauguración asistieron, además del superintendente bancario, el gerente del Banco de la República, Julio Caro, los gerentes de los bancos comerciales extranjeros, la casi totalidad de los presidentes de las sociedades anónimas y todos los corredores de bolsa. En el primer boletín de la Bolsa de Bogotá, que publicó el diario El Tiempo, se comenta que "la rueda se mostró poco activa en sus movimientos y floja en sus precios", y se destaca la gran oferta de la mayoría de los valores. Esto no sorprende si se tiene en cuenta que la prosperidad de los años veinte había llegado a su fin al estallar la crisis financiera internacional y, con ella, la depresión, en octubre de 1929, cuando los precios de las acciones cayeron estrepitosamente en la Bolsa de Nueva York.