Orillas del Magdalena. Hogar de una familia de pescadores. Acuarela de François Désiré Roulin, ca. 1823. Colección Biblioteca Luis Ángel Arango.
Diciembre de 2013
Por :
Cecilia Restrepo Manrique. Arqueóloga e historiadora. Investigadora, Centro de Investigaciones, Estudios y Consultoría, CIEC, Universidad del Rosario. Miembro correspondiente Academia Colombiana de Historia.

RÍO GRANDE DE LA MAGDALENA: LA ALIMENTACIÓN EN LOS CHAMPANES. SIGLO XIX

Durante la época colonial y los inicios de la República, el río Magdalena fue la vía de acceso más utilizada para conectar a la región Andina con el mar Atlántico y Europa. Los barcos que entraban a Cartagena procedentes de España surtían a la Nueva Granada no solo de  comestibles, sino también de ropa, vajillas y muebles, los cuales se distribuían por el río a  las principales provincias del país. El viaje se realizaba a bordo de champanes que partían de Santa Marta y hacían un recorrido por el conocido bajo Magdalena hasta llegar al puerto de Honda, de donde era necesario desplazarse por tierra para llegar a la capital.

La fuente de información que sirvió como base para el presente artículo fueron los relatos realizados por los viajeros extranjeros del siglo XIX, quienes escribieron sus impresiones durante las travesías por el río Magdalena. Este río era una de las rutas más utilizadas en la época para comunicar a la capital con los puertos de Cartagena y Santa Marta y por él circulaban variados productos de importación y exportación, además de los habitantes del Reino que se movilizaban en canoas y champanes.

Estas crónicas de principios del siglo XIX sobre las travesías por el Magdalena se prestan para muchas interpretaciones, pues reflejan el temperamento y la personalidad de cada uno de los escritores. Algunos eran optimistas y disfrutaban lo que veían a su paso. Otros, sin embargo, se quejaban y renegaban durante todo el viaje, sufriendo por el pesado trayecto y por las incomodidades a las que tenían que someterse debido a Las circunstancias del transporte.

En la alimentación a bordo de los champanes también es posible percibir este tipo de contradicciones, ya que la comida se preparaba de diferentes maneras según el cocinero, que normalmente era uno de los bogas, y de los ingredientes que se consiguieran en el camino. Los pasajeros saboreaban o aguantaban esta manutención y algunos de ellos valoraban los paisajes y estudiaban las costumbres y la vegetación que los rodeaba. Otros, por su parte, odiaban la comida, el calor, los mosquitos y las incomodidades, tanto así que al final de los tres meses de duración del viaje muchos llegaban a Honda con menos peso, destrozados por los insectos, con hambre y entumidos por la falta de movilidad.

El champán

La introducción del champán como medio de navegación en el río Magdalena se registra a mediados del siglo XVI y fue realizada por los capitanes Alonso de Olalla y Hernando de Alcocer, quienes eran encomenderos de los pueblos situados en las riberas del Magdalena y buscaban un mejor transporte para el acceso a diferentes regiones del país. La base del champán era “una canoa de 15 varas de largo o más por 2 de ancho y un metro de profundidad… La mitad hacia el centro se cubría en forma de arco aprovechando madera, a propósito que debía soportar un techo de palma… en la popa una especie de rústico anafre u hornilla constituía la cocina. En la parte entechada se colocaba la carga y los pasajeros que con frecuencia debían soportar las persistentes caricias del humo”1. El origen de la palabra champán se asocia al árbol con el que se construía la embarcación, llamado “champacada” y propio de América del Sur, como explica el norteamericano William Duane en su libroViaje a la Gran Colombia en los años 1822-18232.

La distribución dentro de la embarcación era la siguiente: la mercancía de carga y las maletas de los ocupantes iban en el centro, mientras que los pasajeros se situaban en los extremos,donde no había suficiente techo para protegerlos contra las frecuentes tempestades. El precio del pasaje dependía de las condiciones políticas del país, pues si se percibía algún peligro en el recorrido o si el pasajero tenía alguna urgencia o novedad,el boleto podía incrementar su precio, con el antecedente de que se pagaba por adelantado. La tripulación estaba constituida por el capitán y los bogas. Estos últimos eran hombresnegros contratados para mover el champán y su número dependía del tamaño de la embarcación. La movilización de la barca requería de experiencia, ya que entre Santa Marta y Honda era necesario navegar contra la corriente, para lo cual los bogas utilizaban la pértiga o palanca cerca a la orilla y aprovechaban también los barrancos para empujar la embarcación con fuerza, mientras proferían a gritos obscenidades, insultos y rezos. En el trayecto de bajada, es decir de Honda a Santa Marta, los tripulantes empleaban un canalete con la ayuda del piloto.

El revoltijo para los bogas

La alimentación de los bogas consistía en una porción de ternera salada, plátanos y ocasionalmente arroz. Dicha ración se servía en vasijasde metal sobre los mismos remos a manera de mesa y, a falta de cubiertos, el machete valía de cuchillo y las manos de tenedores.

El norteamericano John Stewart (1836) describe a los bogas en el momento de su comida diaria: “…una inmensa olla de arcilla roja se coloca caliente, humeante, en medio del salvaje grupo…estando en cuclillas, a proa, cada uno con una totuma y una cuchara de palo con la que va sacando el revoltijo de arroz hervido, de plátanos, y de trozos de carne de res en tasajos…”3. Después de comer bebían agua del río.

Los viajeros debían someterse a los caprichos de los bogas, quienes con frecuencia dejaban su trabajo cuando arribaban a algún pueblo para irse a emborrachar y a divertir. Este comportamiento se repetía varias veces durante el recorrido, lo que significaba grandes retrasos en el viaje. Los bogas que regresaban eran castigados,pero en algunos casos exigían un aumento de salario y recibían dinero extra.

En la ruta del  champán

El itinerario del champán incluía el paso por varios lugares4, donde los viajeros se detenían para comprar víveres y los remeros aprovechaban para descansar. Algunas veces, los tripulantes pasaban la noche en tierra firme, pues el champán no podía navegar en la oscuridad y, por lo tanto, lo amarraban a un árbol cerca de la playa donde se prendía una hoguera. Los pasajeros muchas veces dormitaban en la embarcación con sus toldos, aunque aguantando mucho calor y picaduras. Otra opción era disponer de una carta de  recomendación y poder pernoctar en casa de alguna familia de la aldea, para ser atendido con buena cama y buena comida.

Una de las paradas más importantes de la ruta era Mompox, distinguido por sus edificios y su abasto agrícola: “el mercado de Mompox es bueno se puede conseguir carne abundante y fresca, gran variedad de pescado, frutas y legumbres, las toronjas y piñas son muy buenas… vimos gran cantidad de patos y gansos silvestres”. El anterior es un relato de John Potter Hamilton (1830), quien además anota: “Tomamos una bebida fresca muy agradable llamada guarapo”5.

Los ribereños vivían de las riquezas que les suministraba el río y aportaban muchas veces para la alimentación en los champanes: “pescaban manatís, peces como sábalos, bagres, y otros géneros de pescados que los naturales tomaban con facilidad, cazaban en los bosques pavas, paujiles, salvajinas, jabalís, urinas (venado) y dantas. En las arenas de las playas había muchos huevos enterrados, de iguanas, tortugas y de lagartos los cuales los indios hallaban como buen sustento”6.

Además de dedicarse a la pesca y a la caza de animales, los ribereños también realizaban actividades agrícolas y vendían una parte de los productos obtenidos a los dueños de los champanes cuando se detenían en las orillas. Entre los productos más cultivados estaban la yuca, el plátano, la caña de azúcar, el cacao, la piña, los papayos, los naranjos, los pimientos y a veces el maíz. Según cuenta Gaspar Teodoro Mollien (1823), las casas de los ribereños estaban construidas a base de juncos y sus habitantes usaban diferentes herramientas como hachas, machetes y utensilios domésticos representados en calabazas, escudillas de barro y canastos7. En 1825, Charles Stuart Cochrane hizo una serie de recomendaciones sobre lo que se debía llevar en un champán, empezando por los muebles para dormir: “se necesita llevar una pequeña cuja…con un toldo o cubierta de tela medianamente gruesa para aislarse de los  mosquitos y de los pequeños jejenes…” Adicionalmente, los viajeros debían llevar almohadas, sabanas y cobijas.La selección de la vestimenta, incluyendo los materiales y los colores de la ropa, también era importante debido a las posibles lloviznas que podían presentarse durante el recorrido: “El viajero debe así mismo procurarse dos o tres vestidos de tela de algodón con medias del mismo material…la chaqueta suelta y abotonada hasta el cuello. El color blanco no atrae el sol y se siente fresca y agradable; es fácil de lavar y seca pronto al dejarse sobre el toldo”. Cochrane aconsejaba llevar sombreros de ala ancha, zapatos de tela gruesa y suela de cuero.

La mayoría de los viajeros solía llevar algún tipo de arma para defenderse de los animales que había en el río o para cazar alguna presa. Así, pues, era común ver a los viajeros armados con espadas, dagas, pistolas de bolsillo y escopetas, objetos que usaban para defenderse de los caimanes y las culebras o para cazar aves, grullas, guacharacas, faisanes y monos, entre otros animales que destinaban a la cazuela.

La comida de los viajeros

La comida que se preparaba en el champán,como se señaló antes, dependía de los recursos que se encontraran en el trayecto. Sin embargo, los viajeros llevaban por su cuenta: “vino, té, café, chocolate, azúcar y sal, agua, además de carne curada, jamón, lenguas, aves vivas, huevos y galletas y mucho tocino o grasa de cerdo curada para freír huevos”8. Los tensilios de cocina eran parte del menaje y entre ellos estaban incluidos una olleta para el chocolate y tres vasijas para la sopa, los guisados y los fritos, además de otros artículos para preparar y servir los alimentos como platos, copas, cuchillos, tenedores, cucharas y hasta pequeños manteles. Carlos Augusto Gosselman (1937) lo corroboraba al afirmar: “entre otras cosas era preciso proveerse de carne salada, plátanos, arroz, chocolate, ron y vino…el agua del Magdalena difícilmente puede tomarse sin mezclarla con ellos. Hay que llevar también aguardiente para los bogas”9.

Según afirma Stuart, el desayuno lo preparaban los bogas, quienes utilizaban una estufa compuesta por una caja de arena,colocada sobre unas piedras en donde ponían la olla. El menú se componía de chocolate, carne fría, sopa, pan, huevos fritos y salchichas. Otras veces se agregaba plátano frito, pescado, carne de cerdo y pan de cazabe10.

La comida de los champanes, descrita por el francés Augusto Le Moyne (1828) como variada y regular, estaba hecha a base de pescado, aves, huevos, legumbres y frutas compradas en las aldeas cercanas. Una comida especial para John Hamilton (1830) era pavo real o guacharaca asada, con vino y plátano verde asado. También eran platos exquisitos la iguana cocida en fricase con salsa blanca11 y el faisán cocinado con arroz.

Alrededor de 1845 se inició la navegación a vapor por el río Magdalena. Los barcos de vapor llegaban hasta una población conocida como ‘Conejo’, en donde los pasajeros debían cambiarse al antiguo champán y transitar 4 leguas más para llegar a ‘Madre de dios’. Una vez allí, podían seguir su camino a pie hasta Honda. La entrada de los vapores disminuyó considerablemente el trabajo de los bogas, quienes tuvieron que adaptarse a las nuevas circunstancias. Por otro lado, este nuevo sistema de transporte mejoró la comodidad y la alimentación de los viajeros.

Referencias

1  [Ancla] Gómez Picón. 1983: 345.
2  [Ancla] Noguera, 1980: 243.
3  [Ancla] Noguera. 1980: 435.
4  [Ancla] Noguera. 1980: 238. Viaje de la costa al centro del país: Soledad, Sitio Nuevo, Remolino, Guáimaro, Peñón, Barranca Nueva, Plato, Pinto, Santa Ana, Mompox, Santa Margarita, San Fernando, Piñón, Río Viejo, Morales, Pradilla, San Pablo, San Bartolomé, Garrapata, Angostura, Nare, Guarumo, Honda, de aquí seguían en mula hasta Bogotá.
5  [Ancla] Noguera. 1980: 290.
6  [Ancla] Noguera. 1980: 51.
7  [Ancla] Noguera. 1980: 277.
8  [Ancla] Noguera. 1980: 230.
9  [Ancla] Noguera. 1980: 307.
10  [Ancla] Noguera. 1980: 207.
11  [Ancla] Noguera. 1980: 286.
 

Bibliografía

1 Gómez Picón, Rafael. Magdalena río de Colombia.Bogotá, Ediciones Tercer Mundo, 1983.
2 Noguera Mendoza, Aníbal. Crónica grande del río de la Magdalena, ts. I y II. Bogotá Ediciones Sol y Luna.1980.
3 Mojica, José Iván; Galvis, Germán; Sánchez-Duarte,Paula; Castellanos, Claudia; Villa-Navarro, Francisco Antonio. “Peces del valle medio del río Magdalena, Colombia”. Biota Colombiana, vol. 7, núm.1, 2006, 4 pp. 23-37. Instituto de Investigación de Recursos Biológicos “Alexander von Humboldt” Colombia. Disponible en <http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=49170103> ISSN 0124-5376.(Consultada: 25 de agosto de 2013).www.banrepcultural.org/blaavirtual/historia/viaand/viaand6.htm Introducción