Fuerte colombiano de El Encanto, sufrió el asedio constante de las tropas peruanas
Septiembre de 2016
Por :
Credencial Historia

LA CUESTIÓN PERUANA

Cromos, septiembre de 1932

“Tenemos la convicción profunda y la firme esperanza de que las gestiones diplomáticas adelantadas por la Cancillería de San Carlos, en defensa de los derechos de Colombia sobre la integridad de su territorio, llegarán a una solución acertada y pacífica, de acuerdo con principios inviolables de justicia y soberanía, y el Gobierno nacional sabrá imponer en la población de Leticia la ley colombiana por sobre las tentativas desesperadas de los rebeldes del momento.

“El asalto a las autoridades colombianas de Leticia, obra de una cuadrilla de aventureros, que obtuvieron para el logro de su empresa las simpatías y el apoyo material de las autoridades del departamento fronterizo de Loreto –apoyo prestado sin usura con objeto exclusivo de adueñarse lisa y llanamente de una extensa región reconocida públicamente como parte integral del territorio de Colombia constituye un ataque sin precedentes en los anales de los países de Sur América y en la práctica significa el desconocimiento tácito, por parte de un grupo importante, de un tratado, discutido ampliamente en el Congreso del Perú, aprobado y ratificado por los poderes públicos de ese país y debidamente registrado ante la Sociedad de las Naciones.

“La negación o el desconocimiento de se contrato, respaldado por la fe pública y por el honor de las Naciones, representadas en esta ocasión por los signatarios del Tratado Salomón-Lozano, es acto que por su gravedad única, por la teoría inmoral que representa en sí y por las consecuencias terribles y de incalculable desenlace que entrañaría su ejecución, debe ser juzgado como locura inaudita, imposible de realizar, pese a las críticas y bravuconadas de elementos ignorantes. De ahí que el Gobierno de Colombia haya mirado con extrañeza las vacilaciones del Gobierno del Perú, en definir y condenar el caso fronterizo, bajo el pretexto discutible de que una desautorización oficial y rotunda a esa aventura, causaría daños graves a la estabilidad interior del actual régimen.

“Es materialmente inaceptable que un gobierno, sea cual fuere, adopte a sangre fría la política mendaz del desconocimiento de los tratados públicos, por ser ellos obra de regímenes ya caídos, y el título de caballerosidad e hidalguía que se aplica con honra a los ciudadanos cuando saben cumplir sus compromisos, también es de uso para las naciones, aunque ellas presenten la excusa de estar confiadas a las manos de caudillos ocasionales.

“Colombia tiene la suprema obligación de restaurar a los funcionarios de Leticia; castigar a los responsables e imponer sanción duradera y terminante en aquellas Intendencia para evitar en el futuro la repetición de un ataque similar.

“La suscripción del empréstito para la defensa nacional es índice certero de la potencialidad económica de la República; en el b breve espacio de unos días alcanzó la suma señalada; la necesidad de defender la heredad común se sobrepuso a los intereses personales.

“Colombia quiere la paz por sobre todo, pero está en Pié, firme y decidida a defender con la razón de la fuerza, la fuerza inviolable de su razón” (Fragmentos)