Episodio de un viaje
Agosto de 2016
Por :
Credencial Historia

LA CUARTILLA DEL LECTOR EDICIÓN 218

El escritor y geógrafo Felipe Pérez Manosalba (Sotaquirá, 1836 – Bogotá, 1891), destacado político del movimiento radical, realizó una valiosa labor que complementó y organizó los trabajos de la Comisión Corográfica. En 1865 realizó un viaje a Estados Unidos y Europa, del que dejó un interesante relato. Al embarcarse en Nueva York, en el vapor “Persia”, se sorprendió por las opiniones políticas de sus compañeros de viaje, proclives a las monarquías. Él, defensor de las repúblicas americanas, dejó estas palabras que envió la lectora de Credencial Historia Gloria Forero de Parra.

"No hacía media hora que estábamos a bordo del “Persia”; aún no se habían levantado las anclas ni tapado las válvulas, y ya se me había hecho sentir que no habitaba el continente de las repúblicas. Todos los pasajeros eran europeos, habaneros o mejicanos, y se hablaba mucho de la Reina Victoria , de la Reina , del Emperador, y hasta ¡quién lo creyera! del aventurero de Maximiliano! oh! Allí todo olía a cetro, a trono, a púrpura… qué se yo!

Los españoles no acompañan nunca el nombre bautismal de su príncipe con el título real. Es por lo que no dicen: la reina Isabel , el príncipe de Asturias , sino simplemente la Reina , el Príncipe , como si no hubiera más. Tal vez provenga esto de un orgullo semejante al que hace firmar a su majestad peninsular con estas palabras: yo el rey , como si fuera el único rey en el orbe.

El primero que me dirigió la palabra fue un mejicano, el cual, al hablar de los sucesos de su país, me dijo:

- ¿Y cómo han recibido los americanos de por allá (la América del Sur) el gran paso del Emperador Napoleón, con el cual ha establecido la monarquía en Méjico?

- Muy mal, señor; por allá , como usted dice, no gustamos de esos embelecos.

- Qué disparate! Cuando es el momento de que cunda el ejemplo, y de que ustedes se resuelvan a ser felices.

Yo me reí.

- Oh! Pero usted se ríe.

- Ciertamente, me río, aunque no debiera hacerlo, pues no estoy de muy buen humos que digamos.

- Qué le disgusta a usted?

- Es que el aire político europeo no me sienta bien.

- ¿No está usted por el príncipe Maximiliano?

- Yo no estoy por ningún príncipe en el mundo; y en cuanto a Maximiliano, mucho deseo que complemente la historia de Iturbide, figurando en la dinastía de los ajusticiados.

- Qué disparate! Usted verá todo lo que va a haber.

- Pudiera usted hacerme el favor de cambiar de conversación

- Qué disparate! Sabe usted que Juárez es un indio?

- Toma! Bien que lo sé: se llama indios a los hijos de América, porque al principio del descubrimiento del Nuevo Mundo no se supo qué se había descubierto, y se creyó que eran las Indias Occidentales. Juárez es pues indio como Luis Napoleón es francés , y turco el Gran Sultán.

- Oh! Qué disparate! No lo digo yo en ese sentido.

- En qué sentido lo dice usted? … no hay otro.

- Pues… quiero decir que Juárez es un hombre del pueblo.

- ¿Y de dónde quiere usted que salgan los hombres en las repúblicas?

- Ah!

- De dónde? De debajo del trono?

-No; pero si fuera al menos…

- Qué? Hijo de rey? ¿No ve usted, señor, que entonces no lo admitirían de gobernante por allá como usted dice?

- ¿Y por qué no lo habían de admitir? Qué disparate!

- Por la misma razón que en Europa no admitirían de gobernante al hijo de uno de los presidentes de América: por el solo hecho de serlo.

…..

Igual oscuridad reina respecto de nosotros en el común de las gentes. Nadie sabe cuál es el rincón del mundo que nos ha tocado habitar, ni cómo vivimos. Donde leen América del Sur por casualidad, traducen, algo libremente, salvajes” . 

Felipe Pérez. Episodios de un viaje . Imprenta de Colunje y Vallarino. Bogotá, 1881. pgs 172-176.