Honda. Edward Walhouse Mark, 1843. Biblioteca Luis Ángel Arango, Banco de la República
Octubre de 2019
Por :
Katherine Bonil Gómez* Historiadora, Antropóloga y Magíster en Historia, Universidad de los Andes, y Doctora en Historia, Johns Hopkins University (Estados Unidos). Profesora Asistente, Universidad del Norte, Barranquilla

HONDA

Durante la Colonia temprana, el hecho de que las embarcaciones que subían por el Magdalena solo pudieran llegar hasta Honda, ya que allí el lecho del río tiene un desnivel infranqueable para las embarcaciones, fue perfilando a esta población como el último punto de parada en el viaje desde Cartagena y, por consiguiente, como el puerto de Santa Fe. 

 

El devenir de la ciudad de Honda y su relevante papel dentro de la historia de Colombia han estado íntimamente ligados a su geografía, en especial a su relación con los ríos que la circundan, el Magdalena y el Gualí. Esta ciudad se ubica en una encrucijada fluvial, justo entre las desembocaduras del río Gualí, que desciende torrentoso desde casi 5.000 msnm, y de la Quebrada Seca en el río Magdalena.

 

Esta confluencia de ríos fue quizás lo que atrajo a los primeros pobladores de esta zona, aspecto que les proveyó abundantes recursos faunísticos e hídricos. De hecho, la evidencia arqueológica de sitios como Arrancaplumas, donde se ha encontrado una gran cantidad de piedras talladas, que fueron usadas como herramientas, vértebras de pescado y restos cerámicos, demuestra que este fue un lugar de asentamiento de grupos de cazadores, recolectores, pescadores y alfareros que aprovecharon intensivamente la subienda de peces por el río Magdalena. Para el siglo XVI, esta zona estaba poblada por sociedades que compartían ciertos rasgos culturales y que fueron denominados por los españoles como los panches.

Puente sobre el río Gualí Edward Walhouse Mark, 1843 Biblioteca Luis Ángel Arango, Banco de la República.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La historia de estos grupos se vería abruptamente interrumpida por el arribo de los colonizadores europeos. Una vez fundada Santa Fe (1538), las expediciones de conquista se desplazaron hacia las tierras bajas que bordean el río Magdalena, las que serían llamadas desde ese entonces “las tierras calientes”. En esta marcha, según los cronistas españoles, los conquistadores encontraron un poblado nativo justo en la confluencia del Magdalena y del Gualí, al cual llamaron Ondama. Durante las siguientes décadas, los españoles intentaron someter a estos indígenas al sistema de encomienda, tarea muy difícil, pues estos opusieron una férrea resistencia. De hecho, una visita reportaba en 1561 que la población sometida era de 107 personas, mientras que 1.250 se mantenían “alzados”. La guerra y las enfermedades, sin embargo, mellarían dramáticamente a esta población, lo cual desarticuló sus comunidades y modos de vida.

 

A pesar de la conquista militar, el Salto de Onda, como se le llamó a la confluencia del Magdalena y del Gualí, no se convirtió inmediatamente en un lugar de asentamiento español. Si bien la estrategia de conquista se basaba en la fundación de ciudades, esta zona no llamó la atención de los españoles como sitio de vivienda. Más interesados en tierras que producían metales preciosos y que tenían potencial agrícola, los conquistadores decidieron fundar la capital de esta nueva provincia unos 18 kilómetros al occidente, sitio donde fueron encontradas importantes yacimientos argentíferos. Llamaron a esta ciudad San Sebastián de Mariquita (1551). Tal como lo describía un visitador hacia 1559, la zona de Honda era percibida como una tierra donde “no se puede labrar ni criar cosa alguna. Hay muchas piedras en ella”.

 

Fue la fuerza de la geografía y su encuentro con la política lo que posibilitó que, pocas décadas después, el Salto de Onda comenzara a poblarse y terminara convirtiéndose en uno de los puertos fluviales más importantes del Nuevo Reino de Granada (nombre que recibió el actual territorio colombiano). Dos hechos determinaron la centralidad que Honda adquiriría a partir del siglo XVII. En primer lugar, el río Magdalena se convirtió en el eje neurálgico del sistema comercial español. Metales preciosos como oro, plata y esmeraldas bajaban por el río para ser embarcados en Cartagena con destino a España. Igualmente, bienes españoles, o de Castilla, como se les denominaba en ese entonces, tales como vino, olivas y telas ingresaban al territorio por este mismo río, para ser redistribuidos a las ciudades del oriente, occidente y sur del Nuevo Reino.

 

Esta circulación de bienes y personas se vio acentuada por el hecho de que Santa Fe, ciudad ubicada a unos 100 kilómetros de Honda, fue erigida capital del Nuevo Reino de Granada. Durante el siglo XVI, las autoridades españolas experimentaron con distintas rutas para el transporte de mercancías y personas desde y hacia la capital, pero fue el Salto de Onda el que terminó siendo privilegiado. El hecho de que las embarcaciones que subían por el Magdalena solo pudieran llegar hasta Honda, ya que allí el lecho del río tiene un desnivel infranqueable para las embarcaciones, fue perfilando a esta población como el último punto de parada en el viaje desde Cartagena y, por consiguiente, como el puerto de Santa Fe.

 

Esta situación comenzó a atraer población muy diversa y Honda comenzó a crecer. Españoles encomenderos y comerciantes, indígenas traídos de otros lugares para trabajar en la boga (conducción de embarcaciones por los ríos) y luego africanos esclavizados traídos para las minas de Mariquita, la navegación y demás trabajos de transporte fueron asentándose en el lugar. Tal fue el crecimiento que los habitantes españoles solicitaron al rey la erección del lugar en villa, lo cual fue concedido por el rey en 1643. Esta es la fecha que actualmente se conoce como de fundación, pero, como vemos, la vida de Honda comenzó mucho tiempo antes. Aún así, a partir de entonces tomó oficialmente el nombre de San Bartolomé de Honda y el estatus de villa y, de esta forma, continuó con la tradición española de nombrar las ciudades con el nombre de un santo.

 

Honda se convirtió entonces en una población con una vibrante vida, por donde circulaban toda clase de mercancías para ser redistribuidas hacia otras regiones o para ser dirigidas al comercio con territorios ubicados por fuera del Nuevo Reino. Allí confluían los caminos que venían del sur, desde Quito, Neiva e Ibagué. También llegaban los caminos del occidente minero, como las provincias de Popayán y Antioquia. En consecuencia, Honda se transformó en un nodo central del aparato fiscal y administrativo del Nuevo Reino. En el poblado fueron ubicadas una caja real, la recolección de tributos y otras oficinas de importancia. 

Entrada del mercado de Honda. Francois Désiré Roullin, 1823. Biblioteca Luis Ángel Arango, Banco de la República

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Por Honda también circularon una gran diversidad de personas, las más altas autoridades civiles, eclesiásticas y militares que se dirigían a Santa Fe o hacia otras zonas. Viajeros, comerciantes, indígenas, esclavizados, desertores que trataban de escapar de las labores forzadas de las minas o de la navegación. En definitiva, migrantes que buscaban construir nuevas vidas. Esta circulación y estos contactos signaron la historia de Honda, que se convirtió en una ciudad de continuos intercambios materiales y culturales, que ocurrían en sus calles, tabernas, bodegas, casas de hospedaje y plazas.

ILUSTRACIÓN DE VIOLETA CRUZ ESPEJO, 2019

 

Alejo Sabaraín Ramos (1795 - 1817), combatiente en varias de las batallas independentistas que se libraron al sur del actual territorio colombiano a comienzos del siglo XIX, nació en Honda. Según Tiberio Murcia Godoy, quien ha reconstruido la vida de este oficial, Sabaraín fue capturado en el Casanare y, en 1817, condenado a muerte junto con Policarpa Salavarrieta y otros patriotas. El 14 de noviembre de ese año fue fusilado en la plaza mayor de Santa Fe. Cabe anotar que la captura de Policarpa Salavarrieta estuvo asociada de forma directa con el arresto de Sabaraín, pues a este se le incautó evidencia que terminaría con la identificación de las actividades patrióticas que La Pola adelantaba en Santa Fe. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El papel central que Honda desempeñó en la articulación económica, política y cultural del territorio vivió, no obstante, épocas de crisis. El siglo XIX comenzó con los desastres provocados por un fenómeno natural de gran magnitud, el terremoto de 1805, que destruyó buena parte de las edificaciones de la ciudad. Unos años después, los estragos de la guerra de Independencia terminaron de afectar la poca población que había permanecido allí. Honda entró en una crisis económica y demográfica. Le tomaría décadas recuperarse.

 

Pescadores de Honda durante La Subienda. FOTO JUAN MANUEL VARGAS, 2008 / EL TIEMPO

 

Para mediados del siglo XIX, la navegación a vapor, las políticas de libre comercio y los distintos auges agroexportadores le ayudaron a recuperar algo de su importancia en el comercio y la fiscalidad. Primero la minería, luego el tabaco y, posteriormente, el café dieron fuerza a Honda. Para la segunda mitad del siglo XIX, la ciudad alcanzó un nuevo auge, su población se recuperó, nuevas migraciones de europeos y sirio-libaneses establecieron empresas comerciales y mineras, se crearon casas comerciales, bancos y compañías de seguros. Esto se reflejará en la estructura y equipamiento urbano de la ciudad: aparecieron edificios de dos y tres pisos, hoteles, lugares de esparcimiento, nuevas bodegas, la icónica plaza de mercado (1916-1917), caminos y numerosos puentes, de donde vendrá el mote de “la ciudad de los puentes”.

 

Calles y edificaciones de Honda

 

Sin embargo, este papel en el comercio nacional será fluctuante de allí en adelante. Como muchos de los poblados a lo largo del Magdalena, su vida dependió fuertemente de los auges económicos y de las vías de comunicación. Mientras el Magdalena se privilegió como vía de comunicación y mientras se presentaron auges de distintos productos, Honda desempeñó un papel central. Sin embargo, fue la llegada de los automóviles y la construcción de carreteras lo que finalmente debilitó su importancia. En la década de 1930, Honda, al igual que el río, decayó, y su lugar comenzó a ser ocupado por otras poblaciones.

 

Calles y edificaciones de Honda

 

Honda no volvió a recuperar una posición central, pero esta rica historia, sin embargo, quedará plasmada en la traza, en las calles, en los edificios y en la rica cultura de los habitantes de la ciudad. Entre las festividades más importantes que en la actualidad tienen lugar en Honda está el Carnaval de La Subienda, que se celebra desde 1962. La subienda es la temporada anual (entre enero y marzo, aproximadamente) durante la cual varias especies de peces, como bagre, bocachico y nicuro, migran río arriba para aparearse, lo que produce una gran abundancia de peces adultos que es aprovechada por las comunidades ribereñas. Las actividades programadas en el marco del Carnaval de La Subienda sirven para exaltar a los pescadores, sus saberes y prácticas.

 

 

Referencia Bibliográfica

 

·         “Visita de Francisco Hernández”, citado en Ángela Inés Guzmán, La ciudad del río, Honda, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2002, p. 28.

·         Tiberio Murcia Godoy, “Alejo Sabaraín Ramos, un prócer para evocar en su bicentenario de fusilamiento”, las2orillas.co, 20 de noviembre de 2017.