Mapa de la bahía de Buenaventura, que incluye las islas de Gorgona y la Palma William Hack, 1698 The John Carter Brown Library (Brown University)
Mayo de 2020
Por :
Marta Herrera Ángel * Politóloga, Universidad de los Andes (Colombia), Magíster en Historia, Universidad Nacional de Colombia, y Doctora en Geografía, Syracuse University. Profesora Titular, Departamento de Historia, Universidad de los Andes (Colombia)

GORGONA

GonzalHace más del mil años que la isla estuvo ocupada por grupos humanos, algunos de ellos asentados en el estrecho de Tasca, que actualmente pertece inundado y solo se descubre esporádicamente durante la marea baja.

 

Sundigua, ahora conocida como Gorgona, es una isla alargada, montañosa, paralela en su sentido longitudinal a la Costa Pacífica colombiana, de la que dista 56 kilómetros como mínimo. Su forma y ubicación le generan dos caras: una, la que mira hacia la amplia llanura del andén Pacífico, coralina, tranquila, con playas de arena y claro mar; otra, cuyos acantilados reciben el impacto de las olas oceánicas, accidentada, rocosa, violenta, como el mar que, paradójicamente, lleva el nombre de Pacífico. Por otra parte, al ser montañosa, con alturas que llegan a elevarse alrededor de los 300 metros sobre el nivel del mar, su vegetación contrasta con la de la costa continental. Esta, de grandes planicies, que se inundan regularmente a lo largo del día por la acción de las mareas y el subsecuente represamiento de los ríos, se cubre de manglares, natos, cuángares, sajos y, en general, de vegetación resistente a las periódicas inundaciones que se suceden a lo largo del día. La isla, precisamente por ser montañosa, no permite la masiva inundación de su espacio. Allí, los manglares quedan restringidos a reducidos espacios que se ven afectados por las mareas y lo que predomina es la vegetación de bosque tropical muy húmedo.

 

Costa Pasifica (grupos Cuayquer, Sindaguas y Pastos)e isla Gorgona a finales del siglo XVI Marta Herrera Ángel, El conquistador conquistado. Awás, Cuayquer y Sindaguas en eñ Pacífico colombiano, siglo XVI - XVIII, Ediciones Uniandes, Bogotá, p.7 (mapa 2). 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Con una vegetación que se diferencia de la del continente, la cual cubre una extensa área que va desde Cabo Corrientes hasta el norte de Ecuador, una fauna marina que no se aproxima a tierra firme, sus múltiples fuentes de agua dulce y rocas ígneas, que son escasas en las llanuras del Pacífico, Sundigua ha ofrecido a los múltiples grupos humanos que la han poblado desde hace por lo menos trece siglos recursos altamente valorados, precisamente por su escasez en los alrededores.

 

Gorgona, Gorgonilla y Paso de Tasca. SHADOWXFOX / CC 4.0

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pero su configuración actual no debe llevar a engaño. Esa costa, esa separación entre la isla y la llanura que se aprecia en el presente fue inexistente en otros tiempos, cuando la isla formaba parte del continente, al igual que Gorgonilla, su islote, con el que se une por el estrecho o paso de Tasca. El mar estaba en un nivel más bajo y entonces era posible caminar entre la ahora isla y el territorio costero. Como sea, su prolongada separación del continente llevó a que la transformación de su fauna y flora tomara caminos propios, con lo que surgieron endemismos, es decir, especies que solo se encuentran en la isla de Gorgona, como el lagarto azul (Anolis gorgonae), especie emblemática de la isla, o la abeja de las orquídeas de la isla de Gorgona (Euglossa gorgonensis). Ambas especies habitan en el bosque tropical muy húmedo, que se asocia con su clima.

 

FOTO MARCELA GONZÁLEZ CÓRDOBA, 2011. lagarto azul (Anolis Gorgonae)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hace más de mil años que la isla estuvo ocupada por grupos humanos, algunos de ellos asentados en el estrecho de Tasca, que actualmente permanece inundado y solo se descubre esporádicamente durante la marea baja. En general, esos grupos prefirieron ocupar la costa oriental de la isla, donde el océano es más calmado, hay playas y afloramientos coralinos. Hicieron casas palafíticas, es decir, elevadas sobre postes, en las que cocinaban, elaboraban herramientas de piedra, adelantaban labores de orfebrería y fabricaban cerámica. Algunos de sus ocupantes dejaron petroglifos con imágenes como las de las láminas. Consumieron peces y mariscos, pero parece que no hicieron lo mismo con los moluscos, puesto que en las excavaciones casi no se encontraron conchas, posiblemente porque a estas especies se puede acceder con mayor facilidad en la costa. Sus platos, metates y manos de moler indican que cultivaron maíz y yuca. Fueron expertos navegantes que manejaban las técnicas de las velas y los estabilizadores laterales y tenían en su haber elementos cotidianos muy parecidos a los de la costa continental, con la que probablemente se mantenían en permanente contacto. En épocas cercanas a esas ocupaciones tempranas, hace mil o mil quinientos años, más adentro en el continente, en la laguna de Piusbí (en español, del Trueno), otros grupos humanos, amigos, familiares o no de los de Sundigua, dejaron sus huellas en el paisaje. Estas, una vez fechadas, llevan a confirmar esa ocupación antigua de la isla, establecida por las investigaciones arqueológicas de Pablo Casas Dupuy.

FOTO MARCELA GONZÁLEZ CÓRDOBA, 2011. Abeja de las orquídeas de Gorgona (Euglossa gorgonensis)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En las idas y venidas de grupos humanos por el Pacífico a lo largo del continente americano encontramos, siglos más tarde, milenios más tarde, grupos que hicieron de esas costas su refugio y que nos dejaron mapas y descripciones en las que esa isla ocupa un lugar central. Entre esos mapas, el primero conocido, que según Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés fue elaborado por los pilotos de Pizarro y de Almagro, resulta particularmente interesante. Tiene una forma circular, que cartógrafos como J. B. Harley asocian con representaciones nativas americanas prehispánicas. Se observan dibujos de árboles en las costas, característica sugestiva si se considera que los árboles forman parte de los grupos de parientes de poblaciones Awá contemporáneas, para quienes los árboles son personas. La concepción de mundo de estos grupos Awá se estructura y se ha transformado con base en formas de pensamiento de los nativos americanos, posiblemente Sindaguas, que ocupaban el área cuando tuvo lugar la invasión europea del siglo XVI. Se trata de una imagen que amerita ser objeto de mayores estudios, ya que muy posiblemente en ella confluyen las visiones de mundo y de representación del entorno de las poblaciones nativas que vivían en las costas y llanuras del Pacífico y de los grupos de castellanos que recién empezaban a conocerlas. Topónimos o nombres de lugares contemporáneos, tan comunes en la isla como lo es Yundigua, en apariencia de origen nativo, invitan a continuar pesquisas en este sentido.

 

Esquema de petroglifos hallados en Gorgona.

Dibujos elaborados por Lorena Morales. 

Adaptación con base en los dibujos de Pablo Casas Dupuy, "Isla Gorgona: un asentamiento precolombino en el Océano Pacifico colombiano", Boletín de Arqueología 3, n.° 3 (1988), p.51.

 

 

 

 

 

 

 

Los escritos de esos europeos nos dicen que la isla también se llamaba Sundigua (término que en su forma es bastante cercano a Yundigua), Sondigua o Sanct Felipe y, en general, en las crónicas y los documentos es usada recurrentemente como referente de la geografía costera. Los ríos, usualmente nos dicen, quedaban frente a la isla de Gorgona. Pero como referente debemos decir que esa isla era muy engañosa. Si miramos en un mapa contemporáneo podremos ver que la isla está en una especie de ángulo cuasi recto que forma la costa Pacífica. Con esta ubicación queda frente a varias bocanas que forman al ingresar al océano los ríos San Juan, Satinga, Sanquianga, Guapi, Iscuandé, Tapaje, entre otros. Decir que un río o una bocana de río quedaba frente a la isla de Gorgona no era entonces lo más indicativo en términos de su posible ubicación, ya que eran muchos los ríos que estaban al frente. Se trata de una contradicción que no es fácil entender.

 

Mapa de la costa del Océano Pacífico.

Francisco Pizarro y Diego de Almagro, 1526 ca. Gonzalo Fernandez de Oviedo y Valdés, Historia general y natural de las indias Islas y Tierra - Firme del Mar Océano [1535-1549], Imprenta de la Real Academia de Historia, Madrid, 1851 - 1855, t.4, lámina IV.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Tampoco lo es el destino que ha tenido en los últimos cinco siglos: además de refugio de castellanos, la isla también recibió visitas de piratas y corsarios, fue regalada por Bolívar a un inglés que participó en las guerras independentistas, fue hacienda, cárcel de alta seguridad y, más recientemente, parque natural y destino turístico. Un uso bastante errático para un amplio espacio de 44 kilómetros cuadrados, que por su especificidad dentro del contexto que la rodea, la hacen única. Un tesoro que bien vale la pena valorar, no en términos de la economía de capitalistas y empresarios, sino de los intereses comunes a todos sus pobladores y visitantes: peces, aves, plantas, humanos, ballenas y reptiles.

 

FOTO JUAN BAUTISTA DÍAZ / EL TIEMPO, 2018. Ruinas de la Cárcel de Gorgona.

 

FOTO JUAN BAUTISTA DÍAZ / EL TIEMPO, 2018. Playa de Gorgona.