Esperancita Calvo en Flores del Valle (1941), de Máximo Calvo
Septiembre de 2016
Por :
Diego Rojas Romero

FLORES DEL VALLE (MÁXIMO CALVO)

"No me canso de admirar esos árboles gigantes, que parecen arrogantes a las nubes desafiar", fue un diálogo de un frustrado proyecto que a finales de los treinta intentó Máximo Calvo Olmedo, con la idea de realizar el primer largometraje argumental colombiano parlante, y que tenía el premonitorio título de Flor de un día. El parlamento era del protagonista masculino explicándole a su hija, en verso florido, la fascinación que sentía por ese "hermoso país" el de América", y que expresaba además los sentimientos del propio Calvo, "caballero castellano, único que ha intentado darnos el Valle del Cauca en celuloide, porque sabe dónde está el paisaje, y entiende qué es aquello que la fotografía hace más plástico bajo el dominio amenazante de este sol".

Pero era tozudo el español. Nacido (1886) en Bercianos del Real, provincia de León, practicó desde muy joven el dibujo y la fotografía. Llegó a Panamá a comienzos del siglo, e incursionó en la cinematografía hasta el punto de que lo contactaron para la dirección técnica y coproducción de María (1921), el primero y, parece ser, más exitoso largometraje argumental colombiano, basado en la novela de Jorge Isaacs, rodado en "los mismos escenarios de la trama". Afincado en Cali, trae a su esposa, doña Juana Vega, establece su familia, rueda documentales y un largo en Pereira, Nido de Cóndores (1926), y en mayo de 1938 crea la Calvo Film Company. Compra equipos, estudia la "técnica del sonido", sufre la muerte del actor principal de Flor de un día y enfrenta problemas: "falta de dinero y falta de voltaje para mover los aparatos de filmar".

Escribe el guión de Flores del Valle, lo filma con un elenco que encabezan sus hijas, y desde 1939 organiza programas con avances del comienzo de la "cinematografía nacional parlante y sonora" argumental, pues ya desde abril de 1937 los Acevedo, junto a Carlos Schroeder, habían exhibido el documental Primeros ensayos del cine parlante nacional. La campaña de expectativa de Flores del Valle hace que se comente en la prensa sobre una cinta que "desenvuelve un tema nuestro, terrígeno, con música autóctona y bailes colombianos, todo ello dentro del marco suntuoso del paisaje vallecaucano, que ahora ofrece el lento y caprichoso curso del río Cauca, y luego el cortijo de sus costumbres locales".

La trama es sencilla. La joven y bella hija de un próspero hacendado, criada en el campo, es presentada en sociedad en Cali, "con auténticas características de ciudad tradicional y de urbe incipiente". El origen de la niña la hace objeto de desaires y humillaciones por parte de los miembros de esa "sociedad revuelta, de ortografía dudosa" de ese medio donde la vanidad, el falsete y la perfidia reinan". Ella, empero, se sobrepone al menosprecio, pone en su sitio a cuantos la maltratan, y vuelve a lo suyo: el campo. Nuestra heroína fue encarnada por Esperanza Calvo, quien demostró "un dominio acertadísimo del ademán". La acompañaron, entre otros, su hermana Delfina, Jorge Lozano, Elías Mitrani, Ruth Villafañe, Luis Sinisterra, Marta Bustamante, Aurelio Puchol, José Rivera, Óscar y Rogelio Alvarez, Humberto Pérsico, Julio Agudelo, Bertha Villa, Alfonso Navia, Teresita Calvo y Fanny Tascón.

La película se estrenó en Cali el 28 de febrero de 1941, "a catorce años de la invención del cine sonoro y doce de su popularización", recorrió el resto del Valle, el Gran Caldas, Cauca y Nariño, y en 1943, un 14 de agosto, se proyectó en el Teatro Faenza de Bogotá, con dos sinsabores: un oscuro cronista pretendió negarle su sitial pionero, argumentando su condición provinciana frente a la muy capitalina Allá en el trapiche (1943), producida por la Ducrane; y el aparente bloqueo, de parte de los distribuidores de cine mexicano, que impidió una explotación continua luego de su lanzamiento. Sobre este punto, cabe la duda de que en el Faenza, por esa época, no se exhibía cine mexicano, y la sospecha de que los empresarios temían la indiferencia del público hacia el producto nacional. Con todo, Máximo Calvo produjó un nuevo largometraje argumental sonoro, Castigo del fanfarrón (1945), cuya exhibición pública quedó "aplazada definitivamente". Ante este nuevo golpe, "por la falta de apoyo oficial", se dedicó a las actualidades en 16 milímetros, fue corresponsal de cinematografía --carnet número 30-- de la televisora nacional entre 1953 y 1957, y murió en 1973 en su querida Cali.

Pionero, sin duda alguna, puso a hablar al cine argumental colombiano con Flores del Valle, y permitió que a su hija Esperanza se la calificara como a una "actriz auténtica, que no viene de Hollywood con argumentos basados siempre en el detestable divorcio de todas las películas, y donde la mujer es como una máquina de escribir del placer".