Leovigildo Galarza y Jesús Carvajal, asesinos de Rafael Uribe Uribe en el filme El drama del 15 de octubre, de Francesco di Domenico (1915)
Septiembre de 2016
Por :
Leila El'Gazi

EL DRAMA DEL 15 DE OCTUBRE (F. DIDOMENICO)

Por primera vez en Colombia, en 1915, la empresa Di Domenico Hermanos y Cia., en franca vía de consolidación y expansión en el campo de la distribución y exhibición de cine extranjero en nuestro país y en otros países vecinos, inicia un proyecto regular de producción de películas. Después de algunos ensayos iniciales, a partir de junio de ese año presenta una serie de documentales de sucesos bogotanos, anuncian varias películas nacionales de ficción y en noviembre estrenan un documental de largo metraje titulado El drama del 15 de octubre, sobre la muerte del general Rafael Uribe Uribe, cuya censura significó el retraimiento de los Di Domenico en sus planes de filmación y un retraso considerable en el desarrollo del cine nacional.

No existe ninguna copia de El drama del 15 de octubre. La mención que hace Francesco di Domenico en sus memorias es mínima. La prohibición de que fue objeto la película casi logra borrarla de la memoria. Los hijos de Francesco contaban que en la casa ni se mencionaba el asunto y de Uribe Uribe se hablaba "pasito". Así, sólo podemos describir el contenido a partir de los comentarios de prensa recopilados hasta ahora. La película se iniciaba con un retrato del general ("En Girardot fue disparado por mano desconocida un tiro de revólver sobre el retrato del extinto, impreso al principio de la película en cuestión"). A continuación, una puesta en escena mostraba la operación practicada a la víctima antes de morir, lo cual provocó airadas reacciones. Venían después las imágenes del entierro en Bogotá, que constituía la parte central del documental, filmada por Vincenzo di Domenico. Se veía la salida del féretro de la basílica para ser conducido al cementerio, el desfile del pueblo bogotano, los carruajes con coronas, los oradores pronunciando sus discursos ante la tumba, la policía, el ejército, las descargas de fusilería. Una segunda puesta en escena, presentaba a los autores materiales del crimen, Galarza y Carvajal. En sus memorias, Francesco escribió: "Filmamos a los sindicados, escondiéndonos en todos los rincones del Panóptico para poderlos tomar infraganti y no en pose forzada".

El Cine Gráfico de Cúcuta menciona una reconstrucción del crimen del Capitolio, para lo cual los Di Domenico "fotografiaron los sitos principales del sangriento drama" y a los acusados, quienes "se prestaron a todas las posiciones que desearon los operadores". La aparición de los asesinos causó enorme rechazo. En la película perdían su condición de criminales y se convertían en actores "con sus mejores ropas", "gordos, satisfechos y envalentonados". Y cuando los medios descubrieron que, además, los Di Domenico habían pagado cincuenta dólares a cada uno, la lluvia de acusaciones arreció: "Los asesinos no vacilaron para comerciar y explotar su triste y aterradora celebridad". "No es cristiano ni moral explotar de esta manera la sagrada memoria del muerto".

En una segunda parte se lograron incluir, antes del estreno en noviembre de 1915, imágenes de los homenajes que se le rindieron a Uribe Uribe en el primer aniversario de su muerte: más desfiles de coches, peregrinaciones y oradores. La película finalizaba con una alegoría sobre la tumba de Uribe Uribe, de la cual existe un fragmento: "... Un cuadro llamado 'La Apoteosis' cuyo simbolismo es supremamente trivial: una mujer agita, a derecha e izquierda, la bandera colombiana sobre el monumento erigido al general Uribe Uribe", según una descripción periodística de la época.

Los prejuicios ante el cine, aún novedoso entre nosotros, estaban a la base del escándalo. Llevar a la pantalla una figura como Uribe Uribe, convertir en espectáculo la muerte del prócer, sin la distancia histórica y geográfica, resultaba insoportable para algunos; era ofensivo ver la efigie del general en los cartelones de "reclame" que se pegaban en los muros, como si se tratara de cualquier cómico, o revivir mediante trucos escenas fuertes o desagradables, todo lo cual hirió la sensibilidad provinciana y mojigata de una buena parte del público, que hizo eco a las voces interesadas en promover la censura. La película resultaba tan inconveniente como el personaje asesinado. Tajante, Francesco di Domenico en sus memorias afirma que El drama del 15 de octubre fue prohibida "por medida de orden público".

En efeto, después de algunas exhibiciones en distintos puntos del país, que ocasionaron desórdenes frente a los teatros, y de que Francesco recortara las escenas más polémicas en un intento por salvar la cinta, El drama del 15 de octubre fue prohibida por las distintas juntas de censura departamentales. Los Di Domenico, que pretendían ganarse el favor del público colombiano con un asunto de interés nacional y que habían calculado una reacción tan favorable que los consagraria en el terreno de la producción, decidieron recogerse y pasar agachados por varios años, "hablando pasito", hasta que se hubieran calmado los ánimos y diluido el recuerdo del escándalo.