Edificio de la Flota Mercante Grancolombiana
Septiembre de 2016
Por :
Germán Téllez Castañeda

EDIFICIO DE LA FLOTA MERCANTE GRANCOLOMBIANA EN BOGOTÁ

A partir de mediados del siglo XIX y durante todo el siglo XX fueron excepcionales los casos en los cuales los avances tecnológicos de la ingeniería moderna han surgido simultáneamente con una dimensión arquitectónica, es decir, estética, equiparable en magnitud y significado metafísico a los primeros. Las más de las veces ha sido necesario desarrollar y superponer posteriormente una estética tolerable a la crudeza técnica de la creaciones ingenieriles. Son excepcionales los casos (la torre Eiffel, el puente de Brooklyn, el acueducto romano de Segovia, etc.) en los cuales el logro técnico aparece inicialmente también como una obra maestra del arte y la cultura que le son contemporáneas.

La ingeniería colombiana, o mejor, la ingeniería en Colombia (excluyendo de hecho la que tuvo lugar durante la Colonia) no se aparta de esa regla general, excepto en escasísimos ejemplos, casi todos ligados de una u otra manera al hecho arquitectónico. Un ejemplo de dichas excepciones, poco conocido y divulgado como tal, es la estructura del edificio diseñado en Bogotá para las oficinas de la Flota Mercante Grancolombiana por la firma Cuéllar, Serrano, Gómez (arquitectos Gabriel Serrano y Gabriel Largacha con la colaboración del arquitecto Hans Drews) en 1961-62 y terminado a fines de 1964. El ingeniero calculista de la estructura portante (y consultor del proyecto arquitectónico) fue Jorge Pinzón Barco. La notable simbiosis entre los rasgos arquitectónicos (es decir, espaciales y plásticos) del edificio y su entonces novedosa estructura lo señalan como una de las obras más valiosas y significativas de la abundante y destacada producción de Cuéllar, Serrano, Gómez entre 1933 y 1983 y lo sitúan como un significativo paso técnico adelante en el medio colombiano y suramericano. El cálculo y construcción de la estructura del edificio marcó el comienzo del uso de teorías y sistemas que se apartaban radicalmente de lo usual en el género de edificios de múltiples pisos, es decir, abundantes columnas de concreto situadas a distancia relativamente cortas entre sí y ligadas por vigas de amarre, sobre las cuales se apoyaban pisos macizos o aligerados.

Planteamiento estructural (1964)

 

La estructura fue calculada para favorecer los criterios básicos de diseño urbanístico y arquitectónico del edificio, y no al contrario como había sido usual hasta entonces. En vez de acomodar sus diseños a las limitaciones de una estructura ortodoxa preconcebida, los arquitectos quisieron proveer en esa zona de la ciudad -el llamado Centro Internacional- un generoso espacio de acceso peatonal al punto fijo (escaleras, ascensores) que complementara el andén existente a lo largo de la carrera 13, creando una transparencia casi total hasta el fondo del terreno disponible, en lugar de oponer sobre la línea de fachada la consuetudinaria muralla de locales comerciales. Para esto era necesario reducir al mínimo posible los puntos de apoyo de la estructura portante de los pisos altos. Tal reducción debía permitir, así mismo, lograr un máximo de área libre en los pisos de oficinas, eliminando los obstáculos que significaban las múltiples y gruesas columnas utilizadas comunmente.

Para lograr lo anterior la estructura portante apeló a sólo dos ejes estructurales transversales y dos grandes pórticos de concreto pre-esforzado a nivel de los pisos 2º y 1º, para que no llegaran al nivel de la calle los apoyos de las dos fachadas principales. Los soportes en fachadas se apoyan en los extremos de voladizos de 8 metros de luz en los mismos pisos 2º y 11º. Así, un marco continuo y cerrado se conforma mediante el pórtico bajo, las dos filas de columnas de fachada y el pórtico alto. La mitad de los pisos intermedios, se apoya sobre el pórtico del 2º piso y los restantes "cuelgan" a tracción del situado en el 11º. Esta ingeniosa y audaz solución no tenía antecedentes en Colombia y sólo era posible con el avance de las técnicas de pre y post-tensionamiento del refuerzo de acero del concreto, aún incipientes en el país. Se puede decir también que fue uno de los primeros ejemplos de fachadas portantes o estructurales pretensionadas en el país. En la década siguiente muchos edificios de oficinas y numerosas obras públicas fueron construidos en todo el país aplicando criterios similares en su cálculo y ejecución, pero ninguno llegó a presentar la pureza formal ni la claridad técnica evidente en el de la Flota Mercante.

A partir de mediados del siglo XIX y durante todo el siglo XX fueron excepcionales los casos en los cuales los avances tecnológicos de la ingeniería moderna han surgido simultáneamente con una dimensión arquitectónica, es decir, estética, equiparable en magnitud y significado metafísico a los primeros. Las más de las veces ha sido necesario desarrollar y superponer posteriormente una estética tolerable a la crudeza técnica de la creaciones ingenieriles. Son excepcionales los casos (la torre Eiffel, el puente de Brooklyn, el acueducto romano de Segovia, etc.) en los cuales el logro técnico aparece inicialmente también como una obra maestra del arte y la cultura que le son contemporáneas.

La ingeniería colombiana, o mejor, la ingeniería en Colombia (excluyendo de hecho la que tuvo lugar durante la Colonia) no se aparta de esa regla general, excepto en escasísimos ejemplos, casi todos ligados de una u otra manera al hecho arquitectónico. Un ejemplo de dichas excepciones, poco conocido y divulgado como tal, es la estructura del edificio diseñado en Bogotá para las oficinas de la Flota Mercante Grancolombiana por la firma Cuéllar, Serrano, Gómez (arquitectos Gabriel Serrano y Gabriel Largacha con la colaboración del arquitecto Hans Drews) en 1961-62 y terminado a fines de 1964. El ingeniero calculista de la estructura portante (y consultor del proyecto arquitectónico) fue Jorge Pinzón Barco. La notable simbiosis entre los rasgos arquitectónicos (es decir, espaciales y plásticos) del edificio y su entonces novedosa estructura lo señalan como una de las obras más valiosas y significativas de la abundante y destacada producción de Cuéllar, Serrano, Gómez entre 1933 y 1983 y lo sitúan como un significativo paso técnico adelante en el medio colombiano y suramericano. El cálculo y construcción de la estructura del edificio marcó el comienzo del uso de teorías y sistemas que se apartaban radicalmente de lo usual en el género de edificios de múltiples pisos, es decir, abundantes columnas de concreto situadas a distancia relativamente cortas entre sí y ligadas por vigas de amarre, sobre las cuales se apoyaban pisos macizos o aligerados.

La estructura fue calculada para favorecer los criterios básicos de diseño urbanístico y arquitectónico del edificio, y no al contrario como había sido usual hasta entonces. En vez de acomodar sus diseños a las limitaciones de una estructura ortodoxa preconcebida, los arquitectos quisieron proveer en esa zona de la ciudad -el llamado Centro Internacional- un generoso espacio de acceso peatonal al punto fijo (escaleras, ascensores) que complementara el andén existente a lo largo de la carrera 13, creando una transparencia casi total hasta el fondo del terreno disponible, en lugar de oponer sobre la línea de fachada la consuetudinaria muralla de locales comerciales. Para esto era necesario reducir al mínimo posible los puntos de apoyo de la estructura portante de los pisos altos. Tal reducción debía permitir, así mismo, lograr un máximo de área libre en los pisos de oficinas, eliminando los obstáculos que significaban las múltiples y gruesas columnas utilizadas comunmente.

Para lograr lo anterior la estructura portante apeló a sólo dos ejes estructurales transversales y dos grandes pórticos de concreto pre-esforzado a nivel de los pisos 2º y 1º, para que no llegaran al nivel de la calle los apoyos de las dos fachadas principales. Los soportes en fachadas se apoyan en los extremos de voladizos de 8 metros de luz en los mismos pisos 2º y 11º. Así, un marco continuo y cerrado se conforma mediante el pórtico bajo, las dos filas de columnas de fachada y el pórtico alto. La mitad de los pisos intermedios, se apoya sobre el pórtico del 2º piso y los restantes "cuelgan" a tracción del situado en el 11º. Esta ingeniosa y audaz solución no tenía antecedentes en Colombia y sólo era posible con el avance de las técnicas de pre y post-tensionamiento del refuerzo de acero del concreto, aún incipientes en el país. Se puede decir también que fue uno de los primeros ejemplos de fachadas portantes o estructurales pretensionadas en el país. En la década siguiente muchos edificios de oficinas y numerosas obras públicas fueron construidos en todo el país aplicando criterios similares en su cálculo y ejecución, pero ninguno llegó a presentar la pureza formal ni la claridad técnica evidente en el de la Flota Mercante.