"Colombianos: ¡La Patria nos llama a vencer o morir!" Cartel con fotomonrtaje de Jorge Obando, Medellín, 1932.
Noviembre de 2016
Por :
Medófilo Medina

COHESIÓN NACIONAL

El conflicto amazónico de 1932-1935, ejemplo de unidad y autoestima

El 1 de septiembre de 1932 un grupo de ciudadanos del Perú con participación de personal militar se tomó el puerto colombiano de Leticia sobre el río Amazonas, depuso y expulsó a las autoridades colombianas e izó el pabellón peruano. El general Sánchez Cerro, dictador del Perú, presentó el episodio como un motín comunista. Sin embargo, pocos días después el ministro de Relaciones Exteriores del Perú habló de "un incontenible movimiento de simpatía" alrededor de los hechos de Leticia.

En el primer momento, el gobierno colombiano le dio al acontecimiento la significación de una sedición interna y no el carácter de conflicto internacional. En Colombia se expandió de manera veloz un sentimiento de indignación patriótica. El presidente Olaya Herrera actuó con energía y habilidad. No desaprovechó la ocasión para robustecer la ya descaecida "Concentración Nacional". A los candidatos presidenciales derrotados los colocó en responsabilidades de primer orden. Al general Alfredo Vázquez Cobo lo designó jefe de la Expedición Militar y al poeta Guillermo Valencia lo nombró para la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores.

La onda nacionalista, a la que sólo se sustrajo el recién fundado partido comunista, así como los movimientos del presidente en el tablero político, contribuyeron a apaciguar los enfrentamientos violentos entre liberales y conservadores en varias comarcas. Laureano Gómez, que adelantaba un juicio de responsabilidades al gobierno por la violencia, lanzó en el Congreso el 15 de septiembre de 1932 su nueva consigna: "Paz, paz en el interior. Guerra, guerra en la frontera contra el enemigo felón".

La declaratoria del estado de sitio en la intendencia del Amazonas y en las comisarías del Caquetá y del Putumayo y el empréstito patriótico le dieron al Ejecutivo instrumentos para tomar decisiones y allegar recursos. En lo militar, el movimiento más espectacular fue la expedición comandada por Vázquez Cobo, quien por encargo del gobierno compró dos barcos de guerra en Francia: el Mosquera y el Córdoba. La aviación militar, con el auxilio en máquinas y hombres de la compañía comercial Skadta tuvo desempeños notables frente a una fuerza aérea peruana mejor equipada. Fueron varios los episodios bélicos en los cuales salió victoriosa Colombia. El más importante: la batalla de Tarapacá en febrero de 1933, que permitió la reconquista de ese puerto para Colombia. La alternativa militar no se profundizó en la medida en que Colombia optó más claramente por la vía diplomática. El escenario de ésta fue la Sociedad de las Naciones en Ginebra y el protagonista por parte de Colombia lo fue el dirigente liberal Eduardo Santos. Por este camino se llegó a la Conferencia de Paz de Río de Janeiro y a la firma del correspondiente protocolo. A Colombia le fue reconocida la plena soberanía sobre el trapecio amazónico.

Para Colombia el conflicto con el Perú tuvo trascendentales consecuencias. Ya se mencionaron las principales de orden político. Por los recursos conseguidos, por los esfuerzos en la construcción de algunas obras públicas exigidas por las necesidades militares, por la movilización militar misma, el conflicto puso en marcha un dispositivo antidepresivo eficaz que actuó en el período más intenso de la gran crisis económica. El conflicto amazónico constituye una referencia obligada en la historia de los cuerpos armados del Estado. El incremento substancial del pie de fuerza, la compra de armas y equipos, de aviones y de barcos de guerra, la preparación militar y técnica acelerada son las principales consecuencias.

De manera definitiva, el desenlace del conflicto garantizó la participación colombiana en el condominio amazónico. El conflicto amazónico contribuyó a recuperar la autoestima del país, herido de modo crucial por la desmembración del territorio sufrida en 1903.