Desde el foso

A fines de agosto la convención del Partido Republicano confirmó a Mitt Romney como candidato presidencial. Él será quien ocupe la Casa Blanca en los próximos cuatro años si logra derrotar al actual presidente, Barack Obama. Se trata de un candidato al estilo de los conservadores gringos: blanco, elegante, exitoso empresario, hombre sumamente rico y casado con mujer rubia.

Hasta hace 30 o 40 años tropezarse con un negro en España era un hecho curioso. Los optimistas decían que al ver un negro se podía pedir un deseo y el destino lo concedería; los pesimistas, que había que pellizcarse para espantar la mala suerte.

El 16 de agosto de 1980, hace 32 años, Michael Chamberlain, su mujer, Lindy, y sus tres hijos ―de seis años, cuatro años y nueve semanas― llegaron a Uluru, una zona desértica de la Australia central muy visitada por excursionistas. Allí se levanta la roca de Ayers, una piedra rojiza tan grande como un estadio a la que los aborígenes del lugar atribuyen propiedades mágicas.

Nadie que haya sido adolescente podrá olvidar la escena de El graduado que consagró las medias femeninas como eterno objeto erótico. Allí, al fondo, aparece el estudiante Benjamin Braddok (Dustin Hoffman) hipnotizado por las piernas de la señora Robinson (Ann Bancroft), progenitora de la que luego iba a ser novia; en el cuarto del motel, la protosuegra, sentada en la cama y doblada la rodilla, se pone lentamente las medias que cubren sus perturbadoras extremidades inferiores. Es una imagen inmortal.

El edificio, acogotado por los rascacielos del Paseo de la Castellana y las aparatosas construcciones modernistas en la misma cuadra, ha dejado de ser conspicuo. Sus cinco plantas pasan hoy inadvertidas a los madrileños que circulan a mil por la rotonda de la Plaza Argentina, en cuya esquina suroriental se encuentra. Tan sólo un letrero en la terraza, que dice simplemente “Richmond”, da noticia de su pasado famosos.

La lengua española es nieta del latín y el romance, a los que debe la mayor parte de su léxico y su estructura. Pero a lo largo de la historia han participado en su desarrollo otros idiomas. Unas pocas palabras son de origen desconocido, como perro, al que el etimologista español Joan Corominas atribuye un poco convincente origen “de creación expresiva”, a partir de la manera como los pastores llaman a su perro: ‘brrr’ o ‘prrr’.

Cualquiera que repase el fútbol inglés verá que está salpicado de nombres españoles: Fernando, Daniel, David, Oriol, Miguel, Alberto, Marcos, Rubén, Javier, Ángel, Carlos, José, Pablo, Luciano, Jonás, Gerardo, Mauro, Maximiliano, Julio…

El 14 de abril de 1912, poco antes de la medianoche, chocó contra un témpano de hielo en el océano Atlántico el buque más famoso de su tiempo, el R. M. S. Titanic. Aunque tenía reputación de insumergible, antes de tres horas se hundía en dirección al fondo del mar. De más de 2.000 personas que llevaba a bordo (915 de ellas, tripulantes) perecieron dos terceras partes y sólo se salvaron algo más de 700.

Volvió el tren! Mejor dicho: ¿volvió el tren? A juzgar por las noticias de prensa y la ola de interés que ha surgido en Colombia alrededor de los trenes, parecería que el país vuelve a subirse a los rieles de los que se bajó hace años y a intentar de nuevo la aventura del ferrocarril.

Prólogo